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Créditos: Con mucho cariño, esta historia ha sido creada por mi y Luz. Es nuestra primera vez escribiendo juntos, y hemos puesto el corazón en cada detalle. Luz ha contribuido con ideas mágicas, ayudando a desarrollar los personaj...
Cosmo, aún con una leve confusión en su expresión, guardaba con cuidado las últimas galletas en una bolsita adornada con un moño delicado. Estaba concentrado en su tarea, pero al escuchar la puerta abrirse, giró rápidamente, reconociendo la silueta de Sprout entrando al lugar. Una sonrisa de emoción iluminó el rostro de Cosmo mientras alzaba la mano para saludar.
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-¡Sprout! -exclamó Cosmo con entusiasmo-. Todo está listo. Solo falta entregarle el pedido a Glisten, y con eso, habremos terminado.
Pero por más que intentaba sonar alegre, en su voz se notaba una ligera inquietud, y sus ojos delataban algo de confusión. El recuerdo del extraño momento vivido con Astro seguía rondando en su mente, como un susurro incómodo. Las preguntas se amontonaban, y la ansiedad se colaba en sus pensamientos, impidiendo que disfrutara completamente de su éxito.
Sprout, notando esa sombra de duda en Cosmo, decidió intervenir. Se acercó con suavidad, posando una mano en el hombro de su amigo y dedicándole una sonrisa cálida y reconfortante. Buscaba distraerlo, darle algo positivo en lo cual concentrarse.
-Oye, Cosmo, estas galletas huelen delicioso. Seguro que a Glisten le encantarán -dijo Sprout, con un tono dulce y alentador.
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Cosmo, en respuesta, esbozó una sonrisa agradecida, aunque un poco tímida. Las palabras de Sprout lograban calmarlo, disipando un poco aquella confusión que lo atormentaba. Ambos tomaron la bolsita de galletas y se dirigieron juntos a la habitación de Glisten.
Cuando llegaron, tocaron suavemente la puerta, esperando ansiosos. Al cabo de unos segundos, la puerta se abrió revelando a Glisten, quien los recibió con una expresión de pura felicidad. Su presencia siempre irradiaba una energía singular, y sus gestos exagerados y carismáticos le daban un aire de modelo con gran confianza en sí mismo.
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-¡Cariños! -exclamó Glisten, con una sonrisa coqueta mientras guiñaba un ojo-. ¡Qué delicia! Justo lo que esperaba.
Cosmo y Sprout no pudieron evitar sonreír ante la efusividad de Glisten, quien, con un aire divino y perfecto, tomó la bolsa de galletas, inspeccionándolas con una mirada crítica, pero encantada. Cada gesto de Glisten parecía ensayado, como si estuviera en una pasarela, y su voz irradiaba una autoconfianza casi teatral.
-Son perfectas, chicos. Realmente, ¡qué talento el suyo! -agregó, llevándose una galleta a los labios y probándola con un deleite evidente. Cerró los ojos un instante, saboreando cada bocado antes de emitir un suspiro exagerado de aprobación.
Mientras observaban la reacción de Glisten, Cosmo empezó a sentirse más relajado, como si los elogios de Glisten fueran justo lo que necesitaba para deshacerse de las dudas que lo habían atormentado. Por su parte, Sprout mantenía una actitud protectora, cuidando cada detalle para que Cosmo se sintiera seguro y apreciado.
Al cabo de unos minutos, Glisten, satisfecho, se despidió de ellos con un último guiño encantador. Cosmo y Sprout se quedaron en el pasillo, mirándose mutuamente. Un leve rubor coloreó sus mejillas al notar la cercanía entre ellos, sintiendo un cosquilleo que los hacía desviar la mirada hacia el suelo, tratando de ocultar la timidez que les causaba ese pequeño momento íntimo.
Pero lo que ninguno de ellos sabía era que, oculto entre las sombras, Astro los observaba. Desde un rincón del pasillo, sus ojos celosos seguían cada uno de sus movimientos. Sus labios se curvaron en una sonrisa fría y calculadora mientras apretaba los puños, en un silencioso juramento de que nadie se interpondría entre él y su anhelado objetivo.
