CAPÍTULO 4: CONTROLA LA TURBULENCIA

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MARCELA

Miedo, no eran las ventiscas de invierno, ni las bajas temperaturas las que lograban congelarme realmente, era el miedo, ese que producía en mí, movimientos involuntarios, ese que me impedía moverme normalmente. La presión era un mortal aditivo a la situación, los gritos de auxilio y el cómo todo se acumulaba en mi ¿Qué se supone que debería hacer? No era como los demás Marcados de la esencia física, yo no tenía superfuerza como muchos, mi fuerza se limitaba a mis piernas y eso era todo, no era nada. Tenía claro en mi mente que la guerra y la lucha no era para mí, me había quedado tan claro que cada vez que imaginaba estar en un campo de lucha, recordaba aquella vez en la que un simplón y genérico humano casi acaba con mi...

—¡Marcela cállate y sirve de algo, eres una Marcada de la esencia física, ahora usa tú puto salto mejorado y mata al humano que está arriba!

Lo pensé por un momento, pensé en ser valiente y seguir las instrucciones de Tiago, pero solo me decidí por golpear las paredes del edificio con fuertes patadas esperando asustar a los rebeldes, solo eso. El olor a sangre me empezaba a marear ¿Por qué acepte venir?

"No se supone que pasaría esto"

Nada había ocurrido según lo planeado, recordaba lo simple que parecía el plan por cómo me lo había explicado Tiago: Es simple Marcela, tú y Karina me acompañan mientras Sandy junto Mateo activan el sistema de rociadores antiincendios del edificio, una vez el ambiente sea húmedo y cerrado, solo es que Karina congele todo a su paso y del resto me encargo yo con Mateo, siendo sinceros les pido que vengan con nosotros más por el miedo que puede producir ver más Marcados juntos, que por que piense que tengan que usar sus habilidades.

¿Por qué mis manos estaban moradas como una uva pasa? El frio de Karina y su crioquinesis se había extendido por todos los lugares dentro del edificio... Karina.

—¡Karina despierta! ¡Tiago no puede usar sus habilidades y ese tal Argos nos va a asesinar a todos! ¡despierta ya!

Intentaba de todo por traerla de nuevo conmigo, un rastro de sangre se notaba en su cabeza, ese traidor de Mauro ¿Cómo se atrevía a atacar a otro Marcado? Tendría un castigo sin duda, no importa que excusa tuviera, no importa cualquier cosa que dijera, pero su castigo sería más doloroso que sus actos, había formas de anular su intangibilidad para que sintiera dolor físico. Una idea brillo en mi mente para tratar de que Karina volviera a la realidad. Tome de un frasco que llevaba conmigo, alcohol antiséptico, lo incline a la nariz de Karina y en un rato reacciono ante el olor. Se que no es sano este tipo de prácticas, pero pronto no habría a quien sanar si no hacia algo por despertarla.

¡Karina! Tiago y los demás necesitan ayuda afuera ¡nos están asesinando!

Su expresión cambio totalmente, Karina era una mujer de una actitud enérgica y amable, a veces rayaba en ser fastidiosa con su actitud vivaracha, pero eso no quitaba en lo absoluto que guardara un gran carácter, su semblante era frio, sin rastros de su habitual alegría. Sus pasos se escuchaban por la determinación con la que pisaba el suelo con sus botas de zuela alta que habituaba usar, el piso y las paredes se congelaban a su paso, su ira crecía en una avalancha de muerte fría. Yo solo me limite a seguirla, guardando distancia y preservándome en su seguridad.

Cuando llegamos al patio no quedaba nadie vivo, nadie más que Argos decimo, quien con una daga se disponía a matar a un moribundo Tiago en el césped del suelo, Karina apretó en alto su mano derecha, brotando una serpentina pared de picos de hielo que termino por separar a Tiago de Argos decimo. La mirada de aquel bárbaro se fijó en nosotras, con ira, con sed de sangre. Fue inevitable para mi sentir como la piel se tensaba de nervios mientras las miradas de odio entre Karina y el humano se mantenían firmes. Karina termino por cubrir a Tiago en un domo de hielo en cuanto vio las intenciones de aquel animal, aquella daga se clavó en el duro cristal gélido, su frustración se escuchó en un grito de ira, era la segunda vez que fallaba por culpa de aquel domo de hielo que se interponía entre sus lanzamientos de daga y la cabeza de Tiago. Simplemente huyo, se notaba su frustración en un último grito de retirada, los rebeldes se fueron lo que me dio una pequeña tranquilidad por el momento.

GLADION - COMIENZOS DE UN MARCADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora