Corea del Sur, Seúl. 15/09/2017.
El adolescente corría por un callejón oscuro, sus pies chapoteando en los charcos mientras la lluvia torrencial caía sin tregua, fría y cortante. Los gritos de sus perseguidores se deslizaban tras él, rebotando en las paredes de los edificios como un eco cruel que lo acosaba, cada vez más cerca.
La desesperación le comprimía el pecho. El aire era denso, frío, como si la misma ciudad conspirara para asfixiarlo. Los imponentes edificios, con sus fachadas lúgubres y ennegrecidas por la lluvia, se erguían a su alrededor como testigos indiferentes. Su ropa, empapada y pegajosa, se adhería a su piel, pesando sobre él, haciéndolo sentir más pequeño, más vulnerable. Cada paso era un esfuerzo. Los latidos de su corazón se mezclaban con el rugido de la tormenta, tan fuerte que apenas podía escuchar las voces que lo maldecían desde atrás.
Tropezó. Las rodillas chocaron con el áspero pavimento, arrancándole un grito ahogado de dolor. Intentó levantarse, pero antes de poder reaccionar, unas manos rudas lo alcanzaron. Tiraron de él sin compasión, arrancándolo de su frágil intento de escapar. Forcejeó, pero estaba débil.
—Por favor... —suplicó, con la voz rota por el terror—. Pagaré... lo que mi padre debe. ¡Lo juro!
La lluvia seguía cayendo a cántaros, casi como si intentara borrar su sufrimiento del mundo. Pero los hombres no lo soltaban. Uno de ellos, el líder, un tipo con una dentadura dorada que brillaba bajo la luz tenue de un faro, se inclinó sobre él. Su rostro estaba cubierto de tatuajes que se retorcían con las sombras, y sus dedos, gruesos y llenos de anillos, se cerraron en un puño sobre el cabello empapado de Felix, levantándole la cabeza a la fuerza.
—¿Pagarás? —se mofó el hombre, su voz grave, impregnada de burla. El aliento apestaba a tabaco y alcohol, envolviendo a Felix en un hedor nauseabundo—. Ya no es cuestión de dinero, chico. Ya no importa.
El primer golpe fue seco, brutal. Directo al estómago. El aire se le escapó de los pulmones en un jadeo agónico, el dolor lo dejó paralizado por un instante. Pero no hubo descanso. El segundo golpe llegó rápido, aplastando cualquier resistencia que le quedara. El tercero lo hizo caer al suelo, como una muñeca rota. Las lágrimas y la lluvia se mezclaban en su rostro, mientras su cuerpo se retorcía de dolor, cada vez más hundido en el pavimento mojado.
Una patada feroz en las costillas lo hizo gritar. El sonido se perdió entre los truenos y el diluvio. Apenas podía respirar, cada movimiento le arrancaba una punzada de dolor.
El hombre con la dentadura de oro lo miró desde arriba, su figura difuminada por la lluvia, pero su voz clara, tajante.
—Ahora, tu culo es mío.
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Actualidad.
Corea del Sur, Seúl. 24/05/2022
—¡Sí, precioso! —jadeó el hombre mientras empujaba dentro de él con un ritmo desesperado, las gotas de sudor deslizándose por su piel bronceada. Sus manos, sorprendentemente suaves para alguien de su tamaño, se aferraban a los muslos de Felix con una fuerza que dejaba marcas rojizas en su piel—. Eres tan lindo, me chupas tan bien.
Felix llevó una mano a su polla, masturbándose con movimientos precisos mientras dejaba escapar gemidos exagerados, casi teatrales. Sabía que a su cliente le gustaba eso; lo había visto en los ojos ansiosos del hombre. Así que no importó que fuera falso. —¡Oppa, eres tan bueno! —jadeó, asegurándose de alargar las sílabas para que sonaran más dulces y necesitadas.
—¿Sí, te gusta? ¡Ah! —El hombre soltó un gemido profundo cuando se liberó dentro de Felix, tan abundante y espeso como si hubiese estado conteniéndose durante años. Felix sintió un impulso de poner los ojos en blanco, pero en lugar de eso, le dedicó una sonrisa inocente, una que había practicado muchas veces frente al espejo.
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ABYSSAL
FanfictionEn lo más profundo, donde la luz apenas llega, dos almas se desintegran y reconstruyen al borde del abismo.