𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 1

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𝑀𝑎𝑘𝑖 𝑍𝑒𝑛'𝑖𝑛

La madrugada cubría el campo de entrenamiento con un manto de oscuridad, solo iluminada por la luz tenue de las estrellas que brillaban en el cielo como diamantes dispersos. La luna, en su cuarto creciente, proyectaba un resplandor débil sobre la hierba húmeda. En ese paisaje nocturno, una figura se movía con paso firme y decidido.

Maki pateó una piedra que se interponía en su camino, y su frustración se escapó en un gruñido.

Su rostro estaba tenso, con las líneas de su mandíbula apretadas y sus ojos brillando con ira.
—¡A dónde se metieron! —gritó, con su voz ahogada y enfadada.

Se detuvo un momento, su pecho subía y bajaba con cada respiración, como si estuviera luchando por controlar su rabia. Su mirada escudriñaba el entorno, buscando cualquier rastro de sus compañeros. Frunció el ceño, con su frente arrugada en una expresión de concentración y enojo. La humedad de la madrugada se pegaba a su piel, haciendo que su camiseta se adherira a su espalda.

—Se suponía que ellos debían estar aquí —dijo, su voz era baja y llena de frustración— Pero tampoco están en sus habitaciones... —su murmullo se convirtió en un gruñido, y su rostro se tensó de repente.

—¡Maldición! —estalló, con su voz resonando en el campo.

Los pájaros nocturnos, asustados por el grito, salieron volando de los árboles cercanos, llenando el aire con sus chillidos. Maki bufó molesta, con su respiración agitada y su pecho subiendo y bajando con rapidez. Su mirada era intensa, escudriñando el entorno como si buscara a sus compañeros para darles un buen regaño.

Siguió su recorrido, su paso era firme y decidido. La oscuridad parecía no intimidarla, y su determinación era palpable. Estaba decidida a encontrar a sus compañeros y hacerles pagar por su falta de disciplina.

El crujido de la grava bajo sus pies y el sonido de sus pasos eran los únicos sonidos que acompañaban a Maki en su búsqueda. La madrugada parecía ser el momento perfecto para hacerla enfadar…

Una vez Maki abandonó la zona, un peliblanco terminó por asomarse completamente. El árbol que lo había escondido parecía exhalar un suspiro de alivio, con sus ramas susurrando en la brisa matutina.

—Salmón —dijo Inumaki, saliendo por detrás del árbol con una sonrisa leve.

Panda emergió detrás de él, con su rostro más aliviado ahora que Maki se había ido.

—Tienes razón, ya se fue —dijo, estirando sus brazos y sacudiendo su pelaje.

—¡Salmón! —exclamó Inumaki.

—Lo sé —suspiró Panda, con su voz llena de empatía— Desde que los de primero derrotaron a maldiciones de clase especial, ella se sintió muy inferior a los demás.

Inumaki asintió, con su mirada pensativa.
—Algas —dijo.

—Es un buen punto —comentó Panda, acariciando su mentón con una mano— En algún punto tendrá que desistir de buscarnos.

Inumaki suspiró aliviado y se recostó sobre el árbol, con su espalda apoyada en el tronco rugoso. La corteza del árbol crujía suavemente bajo su peso.
—Salmón —dijo.

Panda asintió, con su mirada baja.
—Ya sé que te duele el cuerpo, pero no podemos hacer nada por ahora. Lo mejor sería escondernos hasta que nos manden a una misión —dijo Panda.

De repente, una voz detrás de ellos rompió el silencio.
—Le duele el cuerpo porque no está acostumbrado —dijo Maki.

Inumaki y Panda se voltearon simultáneamente, con sus cuerpos tensos y alertas. Sus ojos se abrieron de par en par al ver a Maki cruzándose de brazos, con su rostro serio y su mirada penetrante. La oscuridad parecía haberse concentrado en su figura, haciéndola parecer aún más imponente.

Compañeros de entrenamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora