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- Robin-Chwan - Salió corriendo a cubierta con dos bandejas en sus manos - Nami-Swan!!!,

En sus ojos brillaba el amor y devoción que le tenía a las mujeres de la tripulación, vio como se acercaba bailando y suspirando hasta ellas, la arqueóloga y navegante se encontraban tomando sol en sus reposeras, en la isla pasada Usopp había comprado una pequeña piscina inflable y la instalaron junto a las mujeres, Luffy, Chopper y él, estaban disfrutando de la piscina, aquella tibia tarde.

- Les traje sus bocadillos favoritos - Dispuso las bandejas a la altura de las mujeres -

- Gracias cocinero-kun - Robin le sonrió ampliamente -

- Haces mi corazón tan feliz Robin-Chwan - Grito emocionado -

Nami solo rodó sus ojos aburrida de la actitud del cocinero pero se ahorró sus comentarios pesados, ya que les había llevado comida deliciosa y no se tuvo que mover de sus cómodas sillas.

Él lo observó desde la distancia, sentado en posición de loto recostado en la barandilla del barco, fingía estar dormido, pero cada vez que escuchaba su voz su maldito corazón revoloteaba como un estúpido, y su cuerpo involuntariamente lo buscaba, gracias al inexistente dios, tenía buenos reflejos y lograba contenerse en su lugar, sin temer ser descubierto en su inminente fascinación por el rubio, el único traicionero era su ojo, si lo podía culpar, de querer ver al cocinero sonreír con facilidad, y aunque no fueran esas amplias sonrisas dedicas a él, las atesoraba en un lugar de su cabeza, hecho exclusivamente para el Erocook.

Era difícil describir lo que sentía en su pecho cada vez que lo veía sonreír, no podía afirmar desde cuando era cien por ciento consciente de que el cocinero no le generaba un disgusto inimaginable, más bien, ocasiona que su pecho se sintiera cálido y su corazón se acelerara, lo que a su vez lo llenaba de repulsión.

¿Por qué sentía esa sensación de seguridad y añoranza por el rubio?

¿Qué cambió en su dinámica?

¿Qué fue lo realmente poderoso para lograr que sonriera como estúpido cada vez que se encontraba pensando en el Cejas de remolino?

Suspiro cansado, los pensamientos rumiantes no lo querían dejar en paz.

Porque cda vez que pensaba en lo que era amor se le venía a la cabeza Sanji, era ridícula la forma en que su pecho se calentaba solo por pensar en él, y ni siquiera pensaba en él de la forma lasciva, lo hacía con el cariño y amor que jamás imaginó sentir por alguien.

¿Cómo era posible sentir esto?

¿El cuerpo humano podía lidiar con esto?

Porque él estaba acostumbrado a la adrenalina de las peleas y batallas, más no a esto que su cuerpo sentía cada vez más fuerte por el rubio, no estaba familiarizado con eso.

No con el amor.

Amor por Sanji.

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Era su noche de guardia, y todo estaba malditamente tranquilo, lo cual era bueno por una parte; no quería que nada malo le pasara a sus nakamas, sabia lo fuerte que eran y que podían defenderse por sí solos, pero al transcurrir la noche el alivio de no encontrarse con un posible enemigo lo llenaba por completo, pero por otro lado; el no tener nada que golpear lo deja a solas con su mente, lo cual en estos días era de extremo terror para el.

Estaba en una batalla interna, peleando contra sí mismo y el hecho de que extrañaba el contacto de alguien quien jamás en su vida lo toco de forma amorosa, deseaba de una manera indecorosa al rubio, ya había incluso pasado a la fase, de querer empotrarlo contra cualquier pared y metersela hasta el fondo.

Feelings - ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora