Sentimientos

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La cocina estaba en complemento silencio, solo podían escuchar las respiraciones agitadas de cada uno, el ojo gris de Zoro suplicando una respuesta por su parte, aquellas palabras por parte del espadachín habían generado un lío en su cabeza, jamás se imaginó que el peliverde se confesaría de esa manera, que siquiera tuviera sentimientos tan fuertes por él, pero su miedo a quererlo se sentia mas fuerte.

- No se si puedo hacerlo - Susurró asustado, sin soltar la mano del peliverde -

- Si puedes, te he visto rubio - Sus labios estaban tocándolo, tentandolo a probarlos -

- Se que puedo querer, pero no se si a ti - cerró sus ojos -

- Inténtalo, prometo no ser un dolor en el culo - Tomo su barbilla - Pruébame Sanji.

No hubo vuelta atrás, cerró la distancia qué había entre ellos y besó los labios del espadachín, sabían a gloria y sal, estaban ligeramente agrietados pero se movían demasiado bien, como si su lugar siempre hubiese sido sobre los de el.

El peliverde lo arrinconó entre su gran cuerpo y el mueble del lavaloza, el calor del moreno estaba quemando su piel, sus manos recorriendo su cuerpo como si fuera de su propiedad, nunca en sus veinte años se había sentido tan deseado, Zoro lo besaba y tocaba como si fuese lo mejor del mundo.

Sus manos se aventuraron por debajo de su ahora desarreglada camisa, pequeños gemidos se escaparon de su boca cuando las callosas palmas del peliverde acariciaron su cintura y fueron ascendiendo con hambre por su torso, hasta llegar a sus sensibles pezones.

Su mente se sentía abrumada, y sus pensamientos estaban siendo amortiguados por algodón dentro de su cabeza.

¿Qué estaba haciendo?

Era lo ubicó que se repetía como un mantra en su mente, pero ahora no había manera en que su cuerpo detuviera el rumbo de estos besos, porque podía sentir su propio miembro endurecerse gracias a los mimos del espadachín, y al mismo tiempo sentía el pene de Zoro crecer contra su estómago.

¿Qué estaba haciendo?

Los besos del peliverde pasaron a su cuello, lamiendo con lentitud su piel, dejando suaves mordidas de vez en cuando, el mismo no podía detener sus propias manos, que parecían desesperadas por el contacto con la piel caliente del moreno, le quitó la polera, sus ojos viajaron rápidamente por su tonificado torso desnudo, sus dedos pasaron suavemente por la cicatriz en su pecho, aquella que había recibido el día en que se conocieron.

Volvió a acortar el espacio entre ellos, besándolo nuevamente, esta vez incluso con más tenacidad que antes, deseaba tanto al peliverde, todo los sentimientos que había estado represión durante los pasado meses se estaban liberando justo en este momento, por fin le había dado pase a libre a sentir cosas por el espadachin, su corazón golpeaba con fuerza su pecho, pero no tenía miedo de que el peliverde lo escuchara, porque él mismo podía sentir el corazón de Zoro latir rápidamente debajo de su palma.

Estos sentimientos eran tan mutuos, que lograba erizar cada vello de su piel, quería más, quería mucho más.

¿Qué estaba haciendo?

A medida que los besos subían de nivel, aquella pregunta quedaba cada vez más atrás en el tren de sus pensamientos en ese momento, lo estaba pasando tan bien, se sentía tan en sincronía con Zoro, que ya ni siquiera podía pensar con claridad lo que estaba haciendo, su cuerpo se movía de manera involuntaria rogando por mas caricias del hombre frente a él.

Zoro beso por última vez sus labios y se dejó caer de rodillas frente a él, lo miró por debajo de sus pestañas, algo asombrado por el movimiento pero deseoso al mismo tiempo, el moreno bajó sus pantalones y se enfrentó a su miembro endurecido, lamió sus labios, su ojo se podía ver incluso más oscuro.

Feelings - ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora