siete

422 80 10
                                    

Entre pasos torpes, entraron a la pieza del hotel sin dejar de besarse. Necesitaban cada parte de sus cuerpos unidos.

Haerin cerró la puerta tras de sí, sonriendo cuando Hanni la sujetó de la cintura, caminando al centro de la habitación.

—Sácate esto —salió como una súplica, algo inusual en la mayor—. Mierda, sácate todo.

Con su ayuda, Hae se desvistió, los únicos pedazos de tela eran sus ya húmedas bragas y el brasier color crema. Estiró la mano para desabrochar la camisa de Hanni, pero esta la corrió.

—N-no. No hay tiempo para eso, maldición.

Oh, cuánto le ponía esa Hanni desesperada, ansiosa por comérsela.

La azabache besó sus labios hasta asegurarse de dejarlos hinchados, manoseando sus pechos cubiertos en las copas de su sostén.

—Quiero que grites, Haerin. ¿Entendiste? —demandó en tono grave, y cuando esta la observó, vio sus ojos tan oscurecidos como la noche—. No te contengas.

Asintió, respirando con dificultad cuando Hanni comenzó a bajar por su cuerpo, besando y mordiendo su abdomen, sus caderas que apretaba con ansias de dejar sus huellas tatuadas. Haerin acariciaba su cabello, rodando la cabeza ligeramente. Hanni no había hecho más que besarla y ya sentía el mundo haciéndosele pequeño. Solo ellas dos, como de costumbre.

Pham se acomodó entre sus piernas, abriéndolas y sacándole las molestas bragas. Antes de perderse en ese coño empapado, se dio el tiempo de oír los jadeos contrarios mientras ella mordisqueaba la parte interior de sus lechosos muslos, esos que tantas veces tuvo entre su cabeza, asfixiándola cuando Haerin se corría. Ante el recuerdo, no pudo resistirse, y se posicionó hasta tener el coño de la menor frente a su rostro.

Sus yemas se introdujeron en los pliegues de la chica, recorriéndolos de arriba hacia abajo. Sus instintos le suplicaban sentir cada parte de la coreana, cada uno de sus detalles.

—H-Hani —exhaló.

Ella lamió sus belfos, excitada ante la sensibilidad de Haerin. Abrió sus pliegues, acercando la lengua que mantenía dura, saboreándola de una vez por todas.

Agarró sus caderas cuando la menor tembló, evitando que se alejara. Se aferró a su núcleo, dando lamidas fuertes y decididas. Haerin le apretaba el cabello con más desesperación, agitada arriba suyo.

Fue hasta lo alto de su vagina, hurgando hasta encontrar su clítoris. Movió el músculo de su boca hacia los lados, tan rápido como cuando corría a los brazos de su novia cuando creía que un chico le estaba coqueteando. La respiración agitada de la más alta la incitó a no detenerse. Hanni no quería detenerse nunca.

Hizo círculos en su botón, acabando por agarrarlo con sus dientes, tentada a jalarlo. Pero sería demasiado, porque si lo hacía, entre el dolor y satisfacción de Kang, se vendría.

Y no, ella debía estar más tiempo entre sus piernas.

Lo dejó libre, solo de su boca, pues su pulgar se unió a la escena, revoloteando entre ella. Los gemidos de Haerin ya no eran tímidos, había cumplido el deseo de Pham: soltaba gritos altos y profundos, tanto que la habitación de al lado podría escucharla.

—Hanni, Hanni, H-Hanni, por favor —lloriqueó, sin pedir algo en especial. Únicamente estaba lidiando con su perfecto e intenso estímulo.

La más baja lamía su monte de venus ahora, sin dejar el trabajo con sus dedos. Era como un pincel, el coño de Haerin su lienzo. Curvó sus dígitos en forma de gancho, tocando nervios que le hicieron a la otra desgarrarse la garganta.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

una hae embarazada | kittyz auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora