Salto Directo

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El sol brillaba sobre la tierra. La exuberante expansión de la indomable naturaleza del bosque Everfree tomaba el paisaje, expandiéndose hasta el punto donde los ojos ya no pueden llegar a ver. Las grandes torres del gran castillo de Canterlot rozaban el cielo. Nubes blancas y suaves salpicaban el cielo azul como un rebaño de ovejas mientras que una calmada brisa balanceaba el césped del suelo.

En verdad, era un buen día en Equestria.

La palabra clave: era

Con la luminosidad de un rayo y el sonido de trueno, la realidad misma se destrozó, y, si siquiera pudiera llegar a hablar, habría preguntado, '¿Qué demonios acaba de pasar?' o '¿quién demonios acaba de golpear mi cabeza metafórica con un taburete de bar? ¡Que grosero!'.

Un corte, un roto en la barrera que divide mundos. Un agujero cortado de forma apresurada en el tejido del espacio-tiempo mismo. Menos que un puente para cruzar entre realidades, más que un viejo tablón de madera infestado por termitas que se extendía sobre el espacio entre ellos, amenazado con romperse en cualquier misero momento.

La madera se estaba quemando.

Algo salto del agujero, tan rápido como pudo, esquivando a un enemigo que no se podía observar

Ese algo era pequeño, con un pelaje verde y una gran maraña de cabello negro y un cuerno apachurrado sobresaliendo por su frente, y justo ahora estaba maldiciendo como un marinero.

Un poni. Un potro unicornio, para ser exactos. La presunción era evidente en sus rasgos mientras sonreía burlonamente a algo tras ella. Ella sostenía una pezuña en un intento no muy eficaz de hacer un gesto que requiere de dedos... Bueno, un dedo, por lo menos. "Cómete eso, pedazo de mier... Oh".

En ese momento la potra notó que estaba flotando arriba de las puntas de los árboles, un hecho que cambió rápidamente cuando inició su incontrolable caída hacia el suelo después de que la gravedad se despertara de su pequeña siesta.

No hubo un grito, ni movimientos a ciegas o más obscenidades. Solo un bizarro pensamiento.

'¡No, no otra vez!'


* * *

La potra se sentó en las raíces de un árbol, bajo un agujero en la copa de este que tenía una forma, coincidentemente, parecida a la de un poni. Su cuerpo estaba lleno de rasguños, y sus intentos de primeros auxilios con solo elemento que tenía... cerca de su pezuña añadieron más vendajes a la ya impresionante cantidad de estos que cubrían su cuerpo.

Estaba escribiendo en un diario, un haz de luz verde mágica cubría un lápiz. El diario por sí mismo era barato, mediocre incluso. Hecho con papel amarillo tan malo que hacía que prácticamente se escribiera en corteza de árbol. Se hizo con la tinta y el método de impresión más baratos del mercado, haciendo que las líneas fueran casi invisibles si es que no lo ves con un microscopio. Y, aun así, alguien decidió que una frase de alguien famoso en la parte superior de cada página debía ser puesta al igual que en la portada una foto de un autobús de dos pisos, descolorida desde hacía ya bastante tiempo.

Objetivamente, era el objeto más ordinario imaginable, algo que viene con un pequeño lápiz y se compra para un familiar cuando se regresa a casa de vacaciones, como una idea de último momento. Pero, para la viajera, era su posesión más valuada: Un regalo desde hace mucho tiempo.

Otra página, otra frase

La realidad es solo una percepción
cada uno ve el mundo a su manera

- Douglas Adams

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⏰ Última actualización: Nov 04 ⏰

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