Penitente Pecadora

21 4 1
                                    

Oh, hermana del rey, señora del pecado he aquí tu esbirro, seguiré este camino de penitencia que me has otorgado para que esta pecadora que carga con tu espina se libere, crezca y de paso a una era de cambio con su fuerza, en un mundo de fuego y estrellas.

El ente se arrodilla y con voz rota y cansada suelta un llanto implorando, - ¡Oh, mi señora del pecado!, ¡¿Cuándo he de sonar la saeta?!, para que su sonar de paso a tu camino de estrellas, ojos y luz. -

________________________________________________________________________________

Esta agobiada, se siente que desgatada, su garganta esta seca siente que arde, que casi como si la sangre quisiera salir de su garganta, su piel es como la de una lija el tacto es horrible, pero su ¿corazón?, hay ahí algo que no está funcionando, su sangre quema, sus ojos están ardiendo, porque todo su cuerpo esta... está ardiendo, quema...¡¡QUEMA!

Abrió lentamente los ojos, pero su cuerpo esta pesado y cansado, no podía ver todo es borroso, sus parpados pesan como si fueran sacos de arena.

-No te muevas- decía una voz que se escuchaba muy lejana, sus oídos se sentían llenos de arena, su cuerpo se estaba hundiendo en arena. todo se siente cada vez más pesado.

- ¿Quién eres? - su voz estaba llena de miedo y angustia, estaba confundida, no entendía que sucedía.

-Jibrael, es mi nombre pequeño pecadora- Su voz es cansada, es pesada, profunda y rasposa, pero tiene algo extraño algo sobre natural, su voz no suena bien... no es sano. -Duerme pecadora... aun no es momento de estar aquí, disfruta de la ignorancia pecadora. -

Volvió a cerrar los ojos, pero logro ver un rostro demacrado, similar al de un cadáver, es aterrador... pero sus ojos se cerraron por completo incapaces de poder seguir abiertos, milagrosamente esta vez su cuerpo finalmente pudo descansar, ya no sentía sangre ardiendo, su respirar era fluido y todo se normalizaba poco a poco, lo único que nunca dejo de doler es su corazón o algo cercano a él, se siente como una espina, que se engancha en su carne o en algo más profundo de su ser y duele, duele mucho.

Cuando abrió nuevamente los ojos finalmente podía ver con normalidad, y aunque siguió cansada, ya nada se sentía como hace un momento, pero lo primero que hizo fue analizar su entorno y se encontraba en una cueva, en una cama de paja humilde que se podía sentir debajo de ella, pero lo extraño es que sentía su frente húmeda, lentamente levanto uno de su brazo y pudo confirmar que hay se encontraba un trapo húmedo, la cuestión es ¿quién está aquí?

-Hola de nuevo pequeña, veo que ya te encuentras bien, dime ¿Como te siente? - su voz es lenta pero calurosa, pero sobre todo es vieja.

Yuzu miro a la entrada de la cueva de donde proveía la voz y se encontraba un anciano jorobado, de cabello grisáceo, pero aun así es alto, de la piel color durazno, pero con las arrugas suficientes para no verse demasiado viejo como los encontrados en los asilos, su vestimenta es tradicional como los usados en la sociedad de almas, pero muy descogotado, y sostenía una canasta en sus manos.

Ella al verlo y tuvo un flashback de lo recién vivido, y automáticamente se quiso poner de pie, pero, su cuerpo estaba rígido y solo logro hincarse, y cuando estaba preparada para salir hacia la entrada de la cueva ya sea corriendo o gateando, el viejo bajo la canasta que tenía y lentamente levanto las manos en señal de rendición.

-Tranquila pequeña, aún no estas lo suficientemente sana, deberías relajarte un poco, si te sigues moviendo así, terminaras de nuevo inconsciente - comentó el anciano.

- ¿Quién eres y que estoy haciendo aquí?, ¿qué es este lugar? - Está agotada quiere dormir, pero acaba de vivir u trauma, o puede simplemente esperar que este desconocido sea alguien tan bueno, no tiene tiempo para eso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 05 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Una Tierra Sin MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora