Una semana más tarde, se encontró de nuevo en la misma silla, con la doctora Kang sentada frente a él.—¿Has hablado con tu novia? —preguntó.
—Sí.
—¿Estaba dispuesta a tu sugerencia?
—Sí.
Silencio.
—Sunghoon, necesito que me digas más que eso. Soy doctora, no lo olvides. No tienes nada de lo que avergonzarte.
Sunghoon respiró hondo. Ella tenía razón, era una doctora. Ella probablemente ha escuchado cosas más extrañas a diario.
—Lo intentamos. Jiwon estaba incluso emocionada, nosotros nunca habíamos tratado algo así antes.
—¿Fue satisfactorio?
Sunghoon vaciló.
—Un poquito mejor que antes —pero sólo porque se las había arreglado para mantener su erección. Mayormente había sido simplemente incómodo y bochornoso como el infierno. Había cerrado los ojos y yacido pasivamente, dejando que ella hiciera lo que quisiera con él, dejandola usar su cuerpo, pero todavía se sentía raro. Ella era demasiado liviana. Demasiado pequeña. Demasiado suave.
—Ya veo —dijo ella— ¿lo hicieron Jiwon y tú otra vez?
—No.
—¿Por qué no?
—Se sentía raro. Fue... insatisfactorio —lo fue. A pesar de haber acabado, había sido el orgasmo menos satisfactorio de su vida. Vacío. Después, se sintió incómodo y sucio, y él no podía mirar a los ojos a Jiwon. Ella no dijo nada, pero había desconfianza y malestar en su rostro desde entonces.
—¿Has considerado visitarlo en la prisión?
Sunghoon se aferró al apoyabrazos.
—¿Para qué?
—Para conseguir un cierre, tal vez. ¿Cómo se separaron?
A Sunghoon le tembló el labio.
—No bien. Él... él me ignoró en el último par de días antes de mi liberación —y eso le desequilibró. Mal. Más de lo que dejó que se viera. Se había dicho a sí mismo que se alegraba, pero era extraño no tener sus manos sobre todo él. No le había tocado por dos días, pero cuando estaba a punto de salir, Heeseung lo agarró y golpeó sus bocas juntas, el beso castigador, enojado y cruel. Él solo abrió los labios, se aferró y sostuvo. Heeseung fue en realidad quien lo empujó lejos con un áspero, "¡Lárgate a la mierda, ojos azules!"
El recuerdo lo puso más que un poco incómodo. Hizo que su estómago le doliera.
—¿Se sintió feliz cuando se separaron? —preguntó.
Sunghoon miró hacia abajo.
—Seguro.
—Sunghoon —ella lo reprendió.
—¿Qué quieres que te diga? —espetó, mirando hacia arriba— ¿que yo quería quedarme y pasar mi vida entera siendo follado por el culo por mi compañero de celda?
—Si es verdad, sí —dijo ella calmadamente, para nada inmutada.
Sunghoon se rió, el sonido nítido y sin sentido del humor.
Se echó a reír y no podía parar de reír.
—No lo sé —dijo cuándo la risa murió en su garganta— la prisión jodía mi cabeza en más de un sentido. No tienes idea de cómo era. Él fue lo único que me mantuvo cuerdo. La única cosa real. Pero lo odiaba. Odiaba cómo me hizo su "cosa". Yo no lo quería. Yo era un chico normal. Yo era normal. Yo no era el tipo de chico que no podía conciliar el sueño sin ser usado por otro tipo —sintió que sus mejillas se encendieron tan pronto como dijo eso.