No había ninguna razón lógica para que él fuera por el parque de nuevo.Sí, era el camino más corto a casa, pero él rara vez lo usaba.
Había otros atajos. Más seguros.
Aún así, la noche después de su visita a la terapeuta, se encontró caminando a casa atravesando el parque. No esperaba encontrarse con Heeseung de nuevo. No lo hacía.
Simplemente... no había ninguna razón para que él no usara este atajo. Si él se había encontrado con Heeseung aquí una vez, no quería decir que iba a encontrarse con él de nuevo. Tal vez realmente había sido un encuentro casual y Heeseung no había estado acechándolo. Tal vez nunca lo vería de nuevo.
El parque estaba vacío y extrañamente tranquilo. El sonido de sus pasos parecía anormalmente alto. Horripilante. Sunghoon se metió las manos en los bolsillos y apresuró el paso, mirando a su alrededor.
—¿Buscando a alguien? —una mano pesada cayó sobre su hombro y lo empujó contra el árbol más cercano.
Se quedó mirando a Heeseung. La luz de la farola era pobre y él apenas podía distinguir su expresión.
—No a ti.
La esquina de la boca de Heeseung se curvó hacia arriba.
—Podrías haberme engañado.
El agarre en su hombro era doloroso. Sunghoon aspiró una bocanada de aire a través de sus dientes apretados.
—¿Estás tú acosándome?
Riéndose, Heeseung puso la otra mano sobre la cabeza de Sunghoon y se inclinó.
—Noticia de última hora —él murmuró, su cálido aliento casi rozando los labios de Sunghoon— el mundo no gira a tu alrededor, ojos azules.
—¿Ah, sí? —dijo, agarrando un puñado del pelo de Heeseung— ¿así que es una coincidencia, entonces? ¿Tú solo acostumbras pasear por aquí?
—El sarcasmo no te queda bien —dijo, su mano pasando del hombro de Sunghoon a su garganta y apretándola ligeramente. Se estremeció. Heeseung sonrió— si quieres saberlo, yo de hecho trabajo cerca de aquí.
Sunghoon parpadeó.
La idea de Heeseung haciendo algo tan normal como trabajar era extraña. Infiernos, el hecho de que ya no era un recluso era extraño. Aún no podía lidiar en su mente con ello. Y absolutamente no ayudaba el que estuviera tan cerca, era una distracción. Una distracción mayor de lo que debería haber sido.
Sunghoon volvió la cabeza, de modo que el aliento de Heeseung sólo cepillaba en su mejilla.
—No explica por qué estás sobre mí. Lo que ocurrió hace unos días fue un error. Yo no soy-yo no soy así —dijo secamente.
Heeseung rozó con los dientes a lo largo de su mandíbula. Sunghoon cerró los ojos fuerte.
—Estoy seguro de que no lo eres —murmuró, arrastrando sus labios entreabiertos por su mejilla hasta la oreja.
Sunghoon apretó el cabello de Heeseung más fuerte en su puño.
—Yo no lo soy.
—Tú no lo eres —dijo en su oído antes de morder el lóbulo de la oreja y succionarlo en su boca. Un ruidito escapó de los labios de Sunghoon. Él estaba temblando.
—No —logró decir, tratando de abrir los ojos, tratando de obligarse a empujar a Heeseung lejos. Su cuerpo no le obedeció.
La mano de Heeseung se deslizó por el brazo desnudo de Sunghoon, provocándole piel de gallina en todo su cuerpo. Su nariz presionó contra un lado de su cara, él acarició allí.