‡Cuando todo empezó‡

1 0 0
                                    


Planeaba pescar tranquilamente en el mar, un soleado Sábado, disfrutando de la brisa fresca y salada que golpeaba mi rostro.

Cuando mi padre aún estaba conmigo yo pescaba todas las tardes con él, disfrutando de lo sencillo cuando pasaban los minutos y horas. Siempre sonreía al poder pescar un pez, mi padre me felicitaba y lo colocaba dentro del balde.

Un día mi padre murió, mi madre ya había muerto al yo nacer, y no tenía parientes cerca, no conocía a nadie de mi familia, excepto mi padre. Yo vivía un poco lejos de la ciudad, pero trataba de visitarla a menudo y comprar lo que necesitara.

Recuerdo a la perfección aquel día, mi caña se movía ligeramente, pero no sostenía nada. La brisa pegaba en mi cuerpo y me relajaba, respiraba el aire fresco y me calmaba mentalmente.

Me sentí observado de repente, miré a mis alrededores, por el bosquecillo, arbustos y cerca de mi cabaña, pero no había nadie. Luego el agua chispoteó y creí haber visto la cola de un pescado sumergirse, pero era muy grande para ser un simple pescado.

Extrañado, empecé a guardar la caña en el bote, preparado para irme y salir del mar. Me volteo y acomodo bien las cosas en su lugar, giro mi vista al mar y ahí lo veo.

Un par de ojos azules con un brillo antinatural, su cabello negro y piel completamente blanca. Tenía la mitad de su cuerpo sumergido en el agua, y aquellos par de ojos me observaban fijamente y con curiosidad. Sus largas y pobladas pestañas negras. Sus labios rosados y húmedos.

Me empecé a preocupar así que le llamé.

— Hey Chico, no deberías estar aquí. ¿Que haces aquí?

No obtuve respuesta, solo sus ojos recorrían con curiosidad mi cuerpo, la brisa fría erizó mi piel. Él se iba acercando, y yo con nerviosismo me moví y casi caí al agua, pero pude equilibrarme.

—¿No escuchaste? Tienes que salir del agua.

¿Por qué estaría aquí? ¿Por qué no ejerce ningún movimiento y mantiene su mirada fija en mí de esa manera?

Un poco frustrado por su actitud, decido irme, al llegar a la orilla, volteo y él ya no está. Confundido, vuelvo a observar los alrededores y no lo veo por ninguna parte. Parpadeo varias veces, sin comprender.

¿Lo imaginé? ¿Me estaré volviendo loco? ¿Había sido real?

El agua vuelve a chispear y lo veo de nuevo y me sonríe.

Está jugando conmigo. Desconcertado, alzo un poco la voz.

—¿Quien eres? ¿Que haces aquí? ¿Por qué estás aquí?

Algunos mechones de su mojado cabello se pegan a su frente, el agua recorre su cuerpo, hasta tocar el agua.

Ya cansado de la situación, emprendo mi viaje, pero mis pasos son detenidos por una mano helada que sostiene mi brazo, me volteo, temblando ligeramente y ese par de ojos azules me observan directamente a los ojos. Haciéndome sentir intimidado por su mirada sin expresiones, solo observando mi rostro.

— Estoy aquí por tí y créeme que no me iré solo si tú me lo pides, Elijah.

Y desde ese día mi vida tomó un rumbo diferente al haber sido testigo del amor del mar.

Amor Del Mar 🌊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora