El profesor Geto

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Satoru Gojo era todo un caso.

O así lo catalogaban todos los profesores.

No era un estudiante ejemplar en cuanto a comportamiento, pero se le salía el tiro por la culata cuando eran sobre notas. El desgraciado siempre lograba ser el primero de la clase, aún no sabían que tipo de brujería hacía para que, con su déficit de atención, hiperactividad y la definición de terremoto en si, logré ser el primero de la clase con sobresaliente en todas las materias.

En todas casi en una.

— Joven Gojo, lo espero a la salida— hablo en un tono de voz algo amenazante el profesor, mirando fijamente a su estudiante.

El sexy profesor de emprendimiento.

Si bien era bueno en lo que hacía por qué solo le bastaba poner atención un poco, cuando tocaba la clase de emprendimiento y gestión no podía pensar en nada más que el bonito omega que tenía por profesor.

Sus largas pestañas, su cabello hasta la altura de su cadera, sus largas piernas, sus pectorales que se podían apreciar gracias a las camisas escotadas que solía ponerse (para la bendición de sus ojos) su porte tan elegante, y así una infinidad de cosas más.

Siempre se quedaba en su clase porque se dedicaba a aprender la anatomía (especialmente la caudal) del omega que prestar atención a los temas que le presentaban.

No le importaba quedarse a final de clases para recuperar la nota, siempre le gustaba quedarse a solas con el profesor Geto.

Por lo que al final de clases, espero paciente a que el omega viniera por él, se excitaba solo de pensarlo.

Cuando finalmente escucho como alguien entraba por la puerta del aula, unos largos cabellos negros aparecieron.

Lo extraño fue, que el mayor puso llave a la puerta.

— Joven Gojo— llamo la atención del menor, mientras se sentaba en el escritorio.

El albino pudo observar como las piernas del mayor se cruzaron de forma elegante, mirándolo con esa mirada felina color violeta.

Un escalofrío recorrió su columna vertebral, su tono de voz, su porte, lo hacían regocijarse de excitación en su asiento.

— Eres un chico muy inteligente, ¿Es que acaso soy yo el que te está fallando?— sus manos apoyadas sobre el escritorio, mirándolo con una tristeza fingida, mientras hacía un pequeño puchero en su cara.

— Para... Nada— algo estaba estorbando en su parte baja, pidiendo ser liberada.

— ¿Entonces? ¿Que es lo que te distrae? Satoru— su voz salió como un ronroneo, saboreando el nombre de su estudiante en su paladar.

El albino no pudo más, su nombre pronunciado de esa manera tan exquisita de aquellos labios rosados lo hacían querer follarlo ahí mismo.

— Si supiera...— no pudo evitar acercarse al omega, se sentía como un imán, queriendo pegarsele y oler más el aroma que dejaba salir.

Lavandas y jazmines. De ese olor se llenaba toda el aula, tan atrayente y seductor, como el portador de la misma.

Lentamente se fue acercando, por lado de las bancas de sus compañeros, en la maldita aula del colegio.

El profesor GetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora