𝑫𝙤𝙣'𝙩 𝙡𝙞𝙚 𝙢𝙚-𖤐꩜
❝𝑻𝘰𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘯𝘻ó 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯 𝘢𝘱𝘰𝘤𝘢𝘭𝘪𝘱𝘴𝘪𝘴 𝘻𝘰𝘮𝘣𝘪𝘦❞
𓏲 ๋࣭ Sam siempre supo que morir era su destino hasta que un chico castaño le enseño que su verdadero destino era estar a su lado
𓄼-Carl es mi mejo...
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-¡Dónde están! -Gleen gritaba en el piso mientras lloraba.
Gleen estaba golpeado y también estaba sangrando pero estaba preocupado por Sam y Maggie.
-¡Hijo de perra! -exclamo Gleen mientras trataba de levantarse.
-Dime dónde está mi hermano, el reloj hace tic tac para tu hijo -dijo Merle entre risas.
-¿A qué te refieres con eso? -Gleen apretó sus puños.
-Solo diré una cosa...tic tac, tic tac.
-¡No!, ¡No le hagan nada!...¡Es un niño! -Gleen no podía contener sus lágrimas.
Lastima que Gleen no sabía que ya era demaciado tarde, el contador ya había llegado a cero.
-Intentaste suicidarte al parecer -dijo el gobernador mientras acariciaba el brazo de el rubio.
-...
-Ya debes estar acostumbrado a el dolor -dijo el gobernador pasando una navaja por la piel pálida de Sam.
Sam sintió como la piel se le ponía de gallina, sentía como su corazón latía rápido y volvía a sentir la sensación de que estaba a punto de morir.
-Me gustan tus ojos, se parecen a los de alguien que conocía -dijo el gobernador mientras acariciaba la cara de Sam.
El rubio ni si quiera lo miraba, las lágrimas salían de sus ojos pero no podía hacer nada.
-¿Te comieron la lengua los ratones?.
-¿Qué quieres? -murmuro Sam.
-Si ninguno de tus padres dice algo sobre dónde está la prisión pagarás las consecuencias -dijo el gobernador riendo.
Alguien abrió la puerta, era Merle, este hizo una seña de que no habían dicho nada y después se retiró.
-Bien, lo lamento, se acabó el tiempo -el gobernador agarro una de las navajas que tenía en la mesa.
-Jodete -murmuro Sam a lo que el gobernador río y se acercó.
-Supongo que no te dolerá, ya estás acostumbrado, ¿No?.
El gobernador acercó la navaja a el brazo de Sam, el rubio cerró los ojos con fuerza y empezó a sentir como la navaja cortaba su piel. Sam estaba atado a una silla así que no podía hacer nada.
-¿Te duele? -pregunto el gobernador riendo.
-Detente, por favor -dijo Sam con la voz entre cortada.
-Hasta que no entre nadie por esa puerta diciendo dónde está la prisión no me detendré -El gobernador sonrió.
