El día siguiente llegó con un cielo despejado que prometía una tarde cálida. Alyssa se despertó con el eco de la risa de Say resonando en su mente, un sonido que la llenaba de energía y a la vez la sumía en la melancolía. A medida que se preparaba para otro día en la librería, su mente seguía centrada en su amiga, recordando su entusiasmo por la fotografía y los planes de viaje que habían hecho.
Mientras caminaba hacia la librería, las hojas de los árboles crujían bajo sus pies, y la brisa suave acariciaba su rostro. Cada paso le recordaba que la vida seguía su curso, pero en su corazón había una incertidumbre creciente. La tarde anterior había sido una mezcla de risas y un deseo latente que no podía ignorar.
Al abrir la puerta de la librería, la campanita sonó, anunciando su llegada. El olor a papel y a café recién hecho envolvía el espacio, brindándole un sentido de calma. Sin embargo, su mente seguía ocupada por Say y la imagen de su sonrisa iluminando el lugar.
A medida que organizaba los estantes, la puerta se abrió de nuevo, y Say entró con su energía característica. Hoy llevaba un vestido fluido que bailaba con cada paso, y su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros. Alyssa sintió que el corazón se le aceleraba al verla.
—¡Hola, Aly! —exclamó Say, su voz llena de entusiasmo—. ¡He estado pensando en ese viaje al faro! ¿Te gustaría que fuéramos este fin de semana?
Alyssa sonrió, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.
—Sí, claro. Me encantaría —respondió, intentando mantener la voz tranquila.
Las horas pasaron entre risas y charlas sobre el viaje. Say hablaba con entusiasmo sobre las diferentes tomas que quería hacer, los colores del atardecer, y cómo cada rincón del faro podría capturar la esencia de lo que ella quería transmitir a través de su fotografía. Alyssa escuchaba atentamente, admirando la pasión de Say, pero también luchando con sus propios sentimientos.
Cuando llegó la hora del almuerzo, decidieron ir a un pequeño café al final de la calle. Se sentaron en una mesa al aire libre, rodeadas de flores y el murmullo de la vida que pasaba a su alrededor. Say tomó un sorbo de su bebida, sus ojos brillando mientras hablaba de un proyecto que tenía en mente.
—Quiero hacer una serie de fotos sobre la soledad y la conexión —dijo Say, su voz llena de sinceridad—. Creo que hay belleza en la soledad, pero también en los momentos que compartimos con otros. Es como… como esas pequeñas cosas que a menudo pasamos por alto.
Alyssa la miró, sintiendo que cada palabra resonaba en su corazón. ¿Sería posible que Say también sintiera ese vacío que ella sentía en su interior? La idea la llenó de esperanza, pero también de miedo.
—Es una idea hermosa —respondió Alyssa, tratando de mantener la voz firme—. La conexión es importante, y a veces olvidamos lo que realmente significa estar cerca de alguien.
Say sonrió, y por un momento, Alyssa sintió que el mundo se detenía. Pero en el fondo, sabía que su corazón estaba dividido entre la amistad y un amor que parecía inalcanzable.
Después de un rato, Say se inclinó hacia adelante, su expresión se volvió más seria.
—Aly, quiero que sepas que siempre puedes contar conmigo. No importa lo que pase, siempre estaré aquí para ti.
Las palabras de Say hicieron que el corazón de Alyssa latiera con más fuerza. Era un gesto de apoyo, pero también un recordatorio de la barrera que existía entre ellas. Quería decirle lo que realmente sentía, pero las palabras se atoraban en su garganta.
—Lo sé, Say. Y yo también estoy aquí para ti —respondió Alyssa, sintiendo que una tristeza se apoderaba de ella.
Regresaron a la librería y continuaron su rutina, pero la atmósfera había cambiado. Alyssa sentía que cada mirada de Say, cada sonrisa, le hablaba directamente al corazón, y eso la llenaba de alegría y dolor al mismo tiempo.
A medida que el día avanzaba, Alyssa se esforzaba por concentrarse en las tareas, pero su mente estaba en otra parte. Imaginaba el momento en que finalmente revelaría sus sentimientos. Se preguntaba si eso podría cambiar todo, y si realmente estaba dispuesta a arriesgar su amistad.
Cuando llegó el cierre de la librería, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Alyssa miró por la ventana, perdida en sus pensamientos, cuando de repente sintió una mano en su hombro. Era Say, que la observaba con una expresión curiosa.
—¿En qué piensas? —preguntó Say, con una sonrisa.
Alyssa se volvió hacia ella, sintiendo que era ahora o nunca.
—Estaba pensando en… nosotros —dijo Alyssa, su voz temblando ligeramente.
Say la miró fijamente, y el silencio se instaló entre ellas, lleno de posibilidades. Pero justo cuando Alyssa se preparaba para abrir su corazón, el sonido de la puerta abriéndose interrumpió el momento. Un cliente entró, rompiendo la conexión que estaba a punto de formarse.
—Disculpa —dijo Say, sonriendo y retrocediendo—. ¡Tengo que ayudar!
Alyssa suspiró, sintiendo que la oportunidad se desvanecía. A medida que Say se alejaba, su corazón se llenó de anhelos y dudas. Sabía que debía encontrar el valor para hablar, pero la incertidumbre seguía pesando sobre ella.
Esa noche, mientras Alyssa se preparaba para dormir, el eco de sus sentimientos la abrumaba. La amistad que tanto valoraba parecía estar al borde de un abismo, y el amor que sentía por Say se mantenía como un susurro en el silencio de su corazón.
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"Susurros en silencio" (Un amor no correspondido)
FanfictionEn un pequeño pueblo donde los susurros de los secretos se mezclan con el eco de los sueños, Alyssa se siente atrapada entre la amistad y el amor. Trabajando en una acogedora librería, su vida da un giro inesperado al compartir su mundo con Say, una...