Silencios inquietos

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El sonido de la lluvia golpeando suavemente la ventana despertó a Alyssa esa mañana. El gris del cielo se reflejaba en sus pensamientos, mientras la confusión por la conversación interrumpida con Say seguía ocupando su mente. Había estado tan cerca de decir lo que sentía, pero el momento se había desvanecido tan rápido como había llegado.

Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana, observando las gotas de agua que se deslizaban como pequeños ríos por el cristal. Había algo tranquilizador en la lluvia, pero también algo melancólico, que parecía coincidir con su estado de ánimo. Hoy sería otro día en la librería, y aunque le encantaba su trabajo, no podía dejar de preguntarse cómo enfrentaría a Say después de lo que casi había ocurrido el día anterior.

Después de prepararse, salió de casa con el paraguas en mano y caminó hacia la librería. El aire fresco le despejaba la mente, pero la sensación de incertidumbre persistía. ¿Qué haría hoy Say? ¿Recordaría la conversación que casi tuvieron?

Al llegar a la librería, todo estaba tranquilo, como de costumbre. Alyssa encendió las luces, respiró hondo y se preparó mentalmente para el día. Estaba decidida a mantener las cosas como siempre, aunque una parte de ella deseaba desesperadamente que algo cambiara.

Alrededor del mediodía, Say llegó. Su cabello estaba un poco húmedo por la lluvia, y llevaba una chaqueta ligera que había oscurecido con el agua. Aun así, su energía seguía siendo contagiosa.

-¡Oye! -dijo Say, saludando con una sonrisa radiante-. ¿No es perfecta esta lluvia para quedarse aquí y leer?

Alyssa sonrió, asintiendo. Había algo en la forma en que Say veía el mundo que hacía que hasta los días más grises parecieran brillantes. Era una de las cosas que más admiraba de ella. Pero hoy, mientras la observaba moverse por la librería, no podía evitar sentir una tensión en el aire.

Say se acercó con un par de libros en las manos.

-He estado pensando en esa serie de fotos de la que hablamos ayer -dijo mientras los dejaba sobre el mostrador-. Quiero hacer algo diferente, algo más personal. ¿Crees que podrías ayudarme con eso?

Alyssa levantó una ceja, sorprendida por la petición.

-¿Personal? -preguntó, tratando de ocultar su confusión.

-Sí. Quiero explorar la soledad y la intimidad, pero no solo desde un punto de vista externo. Creo que sería interesante hacer algo más... emocional -Say hizo una pausa, buscando las palabras correctas-. Tú me conoces mejor que nadie, y creo que podrías ayudarme a capturar esos momentos que a veces ni yo misma veo.

Alyssa sintió un nudo formarse en su estómago. ¿Cómo podría ayudar a Say a capturar algo tan íntimo cuando sus propios sentimientos estaban enredados en todo aquello?

-Claro -dijo, tratando de sonar tranquila-. Puedo ayudarte con eso.

Say sonrió ampliamente y se acercó un poco más, con esa familiaridad que siempre compartían.

-Sabía que podía contar contigo. Siempre sabes cómo ver más allá.

Esa frase resonó en Alyssa de una manera que Say probablemente no pretendía. ¿Ver más allá? Sí, ella veía más allá de la amistad, más allá de lo que decían sus palabras. Pero también veía una barrera invisible que no podía cruzar, y ese pensamiento la consumía.

El resto del día transcurrió de manera tranquila, pero con una tensión latente que ambas parecían ignorar. Say hablaba de su proyecto fotográfico con entusiasmo, compartiendo ideas y posibilidades, mientras que Alyssa intentaba concentrarse en su trabajo, aunque su mente no podía dejar de divagar.

Al caer la tarde, la lluvia había cesado, dejando el aire fresco y limpio. Say se preparaba para irse, pero antes de salir, se volvió hacia Alyssa.

-Estaba pensando en ir al parque mañana temprano para hacer algunas fotos. ¿Te gustaría acompañarme? -preguntó, con una sonrisa cálida.

Alyssa titubeó por un momento. La idea de pasar más tiempo con Say era tentadora, pero también la asustaba.

-Sí, claro -respondió finalmente-. Suena bien.

Say le dedicó una última sonrisa antes de salir de la librería, dejando a Alyssa sola en el silencio que seguía a su partida. Durante un largo rato, se quedó inmóvil, mirando hacia la puerta. Sabía que, en algún momento, tendría que enfrentar la verdad. No podía seguir ocultando lo que sentía, pero también tenía miedo de lo que eso podría significar para su amistad.

Se acercó a la ventana, viendo cómo el sol comenzaba a ponerse en el horizonte. La luz dorada del atardecer pintaba el cielo con tonos cálidos, en contraste con la frialdad que sentía en su interior. Alyssa suspiró, preguntándose si alguna vez tendría el valor de hablar.

Esa noche, mientras se recostaba en su cama, su mente volvió al proyecto de Say. "Intimidad y soledad", pensó. Esos eran temas que la atravesaban más de lo que estaba dispuesta a admitir. Y en su corazón, sabía que el tiempo seguía pasando, cada día acercándola más a una inevitable confrontación con sus propios sentimientos.

"Susurros en silencio" (Un amor no correspondido) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora