Acto I: ¿Adónde vas?.
Ryan se hundía en el asiento del autobús, el sonido monótono del motor vibraba bajo sus pies mientras el paisaje pasaba rápido por la ventana. Las luces de la ciudad comenzaban a encenderse, un parpadeo aquí y allá, mientras la noche se adentraba en su territorio. Se suponía que esto debía ser emocionante, una fiesta de Halloween a la que todos querían ir, pero su estómago se revolvía entre la ansiedad y una emoción incontrolable.
El tigre dejó escapar un suspiro y miró la maleta que llevaba consigo. Ahí dentro estaba su disfraz, una elección que había meditado durante semanas pero que, en este momento, le parecía absolutamente equivocada. ¿Era demasiado exagerado? ¿Demasiado simple? ¿O simplemente... incorrecto? Sabía que una fiesta como esta requería algo espectacular, algo memorable. Dado que era fiesta de Clay Calloway. Pero lo que realmente lo ponía nervioso no era el disfraz, sino la idea de encontrarse con él otra vez.
Johnny.
Ryan desvió la mirada de su maleta y volvió a fijarse en la ventana. El gorila, el bailarín con el que había convivido durante algunos meses. Apenas si recordaba su nombre en los ensayos. Pero ni una sola vez entabló una conversación, ni un mísero. "Hola". Eso hacía que su mente se llenara de preguntas, y su corazón latiera más rápido de lo que debería. La última vez que lo había visto, las cosas entre ellos habían quedado... confusas, ni siquiera sabía si era un amigo. Oh un invitado más en una fiesta. ¿Sería extraño volver a verlo después de tanto tiempo? ¿Habría cambiado algo?.
"Relájate", se dijo a sí mismo, pero el nudo en su estómago no se deshacía. Había practicado sonrisas, comentarios casuales y hasta posibles bromas en su mente, pero nada de eso parecía suficiente. Mientras el autobús avanzaba y las luces de la ciudad comenzaban a desdibujarse en la distancia, Ryan solo podía pensar en una cosa: el momento en que Johnny apareciera, y todo lo que había intentado dejar atrás volviera a la superficie. Pero todas esa 4 horas sentado en el autobús no eran suficientes, necesitaba más tiempo para pensar. Y una idea clara en su mente.
"Solo preséntate. Como si fuera la primera vez."
El interior del autobús se sentía desgastado, como si hubiera transportado más historias de las que cualquier pasajero a bordo podría contar. Los asientos de vinilo estaban rasgados en algunas partes, revelando una espuma amarillenta que había visto mejores días. El zumbido constante del motor llenaba el aire, mezclado con el leve traqueteo de las ventanas vibrando en sus marcos. Había pocos pasajeros: una anciana cabra con una bufanda tejida que miraba por la ventana sin prestar atención a nada en particular, un hombre toro con una chaqueta de cuero que dormitaba con los brazos cruzados, y una joven de aspecto perruno distraído, mirando su teléfono sin mucho interés.
El aire dentro del autobús olía a lluvia reciente, impregnado con un toque de humedad que se mezclaba con el aroma rancio de asientos viejos y metal oxidado. La luz fluorescente del techo parpadeaba de vez en cuando, lanzando destellos que deformaban la percepción de los objetos y las personas, como si el autobús estuviera en el borde de algún extraño sueño.
El silencio se sentía pesado, casi opresivo, roto solo por el crujido de la botella de agua en su mano mientras intentaba abrirla. Un sorbo de agua fría podría aliviar la sequedad de su garganta y despejar un poco la niebla mental que lo rodeaba. Pero justo cuando la tapa cedió con un suave chasquido, el autobús hizo una curva cerrada, lanzando su cuerpo hacia un lado. Mojando parte de su camisa y chaqueta, provocando un poco de rabia.
Fuera, las luces de la ciudad, esas que habían sido su único ancla a la realidad, desaparecieron como si alguien hubiera apagado un interruptor gigante. La oscuridad envolvió el autobús con una intensidad casi palpable, como si el vehículo hubiera traspasado un umbral hacia algún lugar distinto, un lugar donde las reglas del tiempo y la luz ya no se aplicaban. El horizonte antes salpicado de faros y edificios iluminados se desvaneció, dejando solo la negrura total, tan densa que las ventanas se convirtieron en espejos de rostros cansados y ojos llenos de incertidumbre.
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VERIDIS QUO ©
RomanceVERIDIS QUO. Un juego simple del significado: ¿A donde vas?, ¿Con qué propósito?. Oh en los más pensamientos de su protagonista. ¿Con qué finalidad estás haciendo esto?. Y es que en un viaje entre lo desconocido y lo inevitable. Ryan, un felino imp...