La Flor y El Viento

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En un jardín vasto y lleno de vida, crecía una flor que parecía desafiar al sol. Era radiante, no por ser más alta ni por tener colores más intensos, sino porque en su ser parecía haber algo más profundo, algo invisible, pero real. Era una flor única, y lo sabía.

Un día, mientras el viento suave acariciaba sus pétalos, sintió algo extraño. Uno de ellos, el más bello de todos, se desprendió y voló, como si el viento lo reclamara. La flor observó, impotente. "¿Qué he hecho mal?", pensó. Pero no halló respuesta.

Con el paso de los días, otros pétalos comenzaron a caer. La flor ya no era la misma; su reflejo en el rocío de la mañana le devolvía una imagen que no reconocía. "Es el tiempo", pensó. "Es el ciclo inevitable". Y se resignó.

Una mañana fría, cuando apenas quedaban un par de pétalos aferrados a su tallo, miró alrededor. Había nuevas flores. Eran jóvenes, llenas de vida, y el sol las favorecía como lo había hecho con ella en su momento. "Es su turno", pensó la flor, y en su tristeza, sintió algo más profundo: una comprensión.

El viento regresó, esta vez más fuerte, dispuesto a llevarse lo que quedaba. La flor no resistió. "Así debe ser", susurró, dejando que su último pétalo se desvaneciera en el aire.

Pero, mientras su cuerpo marchitaba, algo dentro de ella permanecía. Era una verdad, algo que las otras flores aún no sabían, pero que pronto descubrirían: "No somos solo lo que vemos. El viento puede llevarse nuestros pétalos, pero no se lleva lo que hemos sido. Porque hay más en nosotros que en nuestras flores. Y mientras recuerdes eso, seguirás floreciendo, incluso cuando el jardín te olvide".

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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