The Way I Loved You

Obedece, caya y sonríe.

Antes de leer; respecto a los cambios de nombres de algunos personajes, los cambio porque hay cosas en la historia que no me cuadran.

Por ejemplo, ahora se darán cuentan que el papá de Pilar no es Dunoff, porque, Dunoff me agrada y el personaje que inventé no me agrada.

Así, pues, hay algunos personajes secundarios que fueron cambiados por necesidades de la historia, pero no hay ningún prota cambiado.

Bueno eso; el próximo capitulo será de señales, se los digo, porque creo que wattpad no está avisando de algunas actualizaciones.

Disfruten su capítulo.

Capitulo 2.

Pablo.

—Cuánto tiempo más vas a estar enfadada conmigo? —me quejé, cerrando la puerta de casa con un poco más de fuerza de la necesaria.

Pilar no dijo nada. Solo rodó los ojos y comenzó a subir las escaleras, decidida a ignorarme por completo.

—¡Pilar! —la llamé, frustrado. Pero ella continuó como si no me hubiera escuchado, desapareciendo en su habitación.

La seguí, parándome en el umbral de la puerta. Observé mientras fingía ordenar su habitación, moviendo cosas sin sentido, en un intento obvio de evitarme.

—Oye, ya me estoy hartando de este juego —mascullé, cruzando los brazos sobre el pecho.

—¿Tú te estás hartando? —repitió ella, dejando caer las cosas que tenía en las manos de golpe—. La que está harta soy yo, Pablo. ¡Casi nos descubren! —exclamó—. Te dije que era una mala idea liarnos en el colegio, pero como siempre, no escuchas a nadie más que a ti mismo.

—Pero no pasó nada —insistí, encogiéndome de hombros como si eso fuera a calmarla—. Si no hubiese sido por esa loca, habríamos pasado desapercibidos.

Pilar sacudió la cabeza, sus ojos fijos en mí con una mezcla de incredulidad y desesperación.

—¿La loca esa? Hay que agradecer que la loca es como dices tú decidió no decir nada porque te comportaste como un cretino con ella. En lugar de mejorar la situación, la empeoraste. Con esa forma en la que le hablaste, podrías haberla hecho enojar y podría habernos delatado. De verdad, no te mides en nada, Pablo.

Ahogue un bufido, lo último que quería era hablar la pelirroja bromista ya había tenido demasiado de esa chica.

—Estás exagerando, Pilar. Todo salió bien —dije, aunque sabía que mis palabras no la estaban calmando.

—No gracias a ti —me reprochó—. A veces siento que quieres que nos descubran.

Solté un suspiro profundo, tratando de ordenar mis pensamientos antes de responder.

—Claro que no. Pero tampoco creo que sería el fin del mundo si tu papá se entera.

Su rostro palideció de inmediato, bueno ya la había cagado de nuevo.

—¿Estás loco? ¿Quieres que mi papá te mate? ¿Y de paso que me mate a mí también?

—No, Pilar —dije suavemente, tratando de sonar razonable—. Solo que es agotador tener que escondernos.

Vi como su postura cambió, sus hombros relajándose un poco mientras reflexionaba sobre mis palabras.

—A mí también me agota, y mucho —admitió, con una mueca cansada—. Pero es lo que hay. No quiero hacer nada que pueda enfurecer a mi papá, al menos no hasta que me vaya a la universidad el próximo año. Sé que te estoy pidiendo mucho, pero ¿puedes hacer eso por mí? ¿Puedes controlarte cuando estemos en lugares públicos?