Sostuvo la sombrilla hacia el mexicano, su mano intentando no verse temblorosa por las dudas de realmente querer realizar aquella acción tan "humanitaria".
La situación era bastante peculiar, fácilmente el estadounidense lo hubiera podido ignorar y dejarlo a su suerte, parado en la lluvia como un tonto. Pero no, parecía que su reloj moral había vuelto a encenderse y ahora estaba junto al mexicano en la lluvia tendiendole un paraguas.
La sonrisa que le dió México hizo que el corazón de USA se acelerara y le sudaran las palmas de las manos. Tuvo que luchar contra el impulso de simplemente... mirar. Admirar cada línea del rostro de su compañero, sus suaves rasgos y esos lindos ojos verdes que parecían brillar incluso en la oscuridad.
— Yeah, yeah, don't make a big deal out of it. — se quejó USA, desviando la mirada mientras caminaban uno al lado del otro. Mantuvo el brazo estirado, sosteniendo el paraguas sobre las cabezas de ambos.
Siguieron caminando y USA no pudo evitar mirar de reojo a México, admirando la forma en que sus mechones castaños se apegaba en su frente por la lluvia, la forma en que su ropa se pegaba a su delgada figura. Sintió un calor que se extendía por su pecho y no tenía nada que ver con la lluvia.
A pesar de sus mejores esfuerzos por parecer indiferente, USA se abrió más y más a cada momento que pasaba.
— No puedo creer que nos hayan puesto como grupo a los dos. — murmuró, tratando de llenar el silencio. — Es como si la ONU supiera que no nos soportamos.
Mexico se quedó en silencio, mientras caminaba junto al estadounidense sin aún dar alguna respuesta.
— Yo si estoy feliz de tenerte como pareja, trece colonias.
El estadounidense casi se detenia al escucharlo y finalmente, USA, con una voz apenas superior a un susurro. Se aclaró la garganta, intentando recuperar algo de compostura. Aquel nombre sonaba tan extraño cuando salía de los labios del mexicano.
— Si, si, como sea.
Llegaron dónde se encontraba el taxi y USA se sintió reacio a soltar el paraguas. No quería que ese momento terminara, no quería despedirse.
Cuando México se acercó a la manija de la puerta, USA se encontró extendiendo la mano y rozando la de el. El contacto provocó una descarga eléctrica en su cuerpo y se apartó rápidamente, con el rostro ardiendo de vergüenza.
—Debería irme —balbuceó, con voz áspera y temblorosa. Se aclaró la garganta, intentando recuperar algo de control—. Pero... tal vez podríamos... no sé... tomar un café algún día.
Las palabras salieron de su boca sin que pudiera detenerlas y USA sintió que el corazón le latía con fuerza en el pecho. No podía creer que acababa de invitar a México a salir, pero la idea de pasar más tiempo con él, de volver a ser amigos.
— Quiero decir, saber más sobre lo de los grupos, ¡no es como si quisiera pasar tiempo contigo o lo que sea!
México suspiró, viéndolo ligeramente por unos segundos para luego reír ligeramente, las interacciones que tenía con el estadounidense siempre le parecían de cierta forma divertidas.
— Está bien por mi, gringo. — Respondió México.
— Genial! —logró decir, con la voz un poco demasiado aguda. Se aclaró la garganta, tratando de recuperar algo de compostura—. Quiero decir, eh... Cool.