﹙🌊﹚ㅤִㅤ۫ libro uno : agua
⸺ O2: momentosSus dedos se deslizaron por el papel, doblando y apretando hasta darle una sola forma.
La papiroflexia no era su fuerte pero su hermano mayor le había enseñado el como hacer una grulla y el significado que está llevaba.Había intentado compartir esa actividad con Zuko, pero se contuvo cuando el pasatiempo del príncipe era más competente que el doblar trozos de papel.
Las ilustraciones de su amigo le ganaban por mucho a sus grullas torcidas.
Aunque intentaría recomendarselo si volvía a caer en otro de sus ataques de irá. Quizá le ayudaría como algún tipo de terapia antiestrés.
De pronto, la puerta de su camarote fue abierta de par en par, dejando ver a un Zuko más tranquilo que hace una media hora atrás.
—¿Lo encontraste? —preguntó sin mirarlo, aún concentrado en la grulla de papel sin terminar entre sus manos.
Zuko no respondió, solo se encaminó hasta la cama en el centro de la habitación, echándose en el mullido colchón con los ojos clavados en el techo de metal.
—¿Cómo te sientes ahora? —volvió a cuestionar, girando sobre su silla para observar al muchacho.
Hace tan solo una hora, había escuchado a su amigo rabiar y destrozar cada cosa que se encontrará en su camarote. Por lo que entendía, la bitácora donde toda pista y rastro del Avatar se hallaba escrita, desapareció.
Las cosas parecían no querer mejorar para el príncipe desde que el Avatar apareció frente a ellos.
Zhang lo conocía muy bien como para saber que sus pequeños ataques de rabia no eran más que las consecuencias ante el rechazo de su padre.
El honor que le había arrebatado tan solo por tener misericordia por un inexperto batallón. Un acto humano que le había sido premiado con el exilio.
Claro que Zhang lo entendía, su empatía se desbordaba si de Zuko se trataba. Jamás juzgaría los actos o maneras que usaba, por más que estuviera en desacuerdo.
Zhang jamás le daría la espalda a Zuko.
—Estoy bien —musitó sin moverse de su lugar, Zhang sonrió y cuando pensó en que el menor no diría nada más, el contrario agregó—. Cambiaremos de ruta, mi tío dice que posiblemente no habrá muchos lugares en los que el Avatar se esconda.
—Tal vez tenga razón —asintió, levantándose de su asiento y preparándose para seguir órdenes—. Fuiste la primera persona en encontrar al Avatar en 100 años, debes sentirte sumamente feliz con ese logro que nadie podra quitarte, príncipe Zuko.
—Deja de hablar como mi tío —regañó, incorporándose del colchón hasta quedar sentando en la orilla—. Me dan escalofríos.
Zhang soltó una carcajada contagiando al menor, quién solo sonrió al mirar a su mejor amigo retorcerse por las risas. No lo admitiría, pero le gustaba que Zhang fuera tan espontáneo y un cabeza hueca.
Recordó los años de su niñez dónde se divertían jugando en el jardín del palacio, escondiéndose de Azula y sus amigas.
Fueron los mejores momentos antes de que Zhang cumpliera 14 años y su padre se lo ofreciera en bandeja de plata a su Señor del Fuego Ozai, en un compromiso demasiado tentador y beneficiario para ambos adultos.—Zhang —un saldado se asomó bajo el umbral de la puerta abierta, interrumpiendo sus pensamientos y la risa del susodicho.
Zuko se cruzó de brazos mientras veía como su amigo se acercaba a su compañero, intercambiando unas cuántas palabras antes de entregarle una carta que reconocería en cualquier lugar, pues está poseía el sello real.
Se hacía a la idea de quién era el remitente.
Por lo que no cuestionó nada cuando Zhang volvió a su lado, ojeando la carta con una ceja levemente alzada. Lo que estuviera escrito en el papel, no era para nada del gusto del mayor pero aún así lo vió doblarla y guardarla en un cajón de su escritorio repleta de ellas.
—Ya no pregunté —dijo, regresando su mirada oscura a él. Restándole importancia a lo de recién—. ¿Cuál es nuestra próxima parada?
—No lo sé.
—¿Qué?
Un par de días después, arribaron en una de las bases militares más cercanas que el general Iroh recomendó, Zuko se encontraba un poco reacio a preguntar abiertamente, sabía que nadie podía tener información sobre lo que buscaba y tampoco quería que se enterarán.
Aunque de nada había servido sus intentos de ocultar sus verdaderas intenciones.
Estaban a la simple espera de la información que el comandante Zhao les prometió la noche anterior. Aunque Zuko dudaba que lo hiciera sin nada de por medio.
—Mira el lado bueno, podemos reabastecernos de guarniciones —dijo Zhang acompañando a ambos por el puerto.
—No hay tiempo para eso —mascullo entre dientes el príncipe.
—¿Planeas matarnos de hambre?
—Chicos, basta —intervino el mayor—. La paciencia es una virtud.
—Que Zuko claramente no tiene —susurró, ganándose una mala mirada por parte del mencionado—. Sabes que es verdad.
—Cállate, Zhang.
—Eres muy joven para desbordar tanto enojo —se burló, comenzando a caminar hacia un puesto de comida.
El príncipe bufo, escuchando de fondo las pequeñas risas de su tío. Llegaron a su mente las memorias de esos dos niños que siempre estaban cubiertos de lodo después de jugar por todo el jardín del palacio, escapando de los guardias o de Azula.
Con Lu Ten y Xen, hermano mayor de Zhang, cubriendo las travesuras de los infantes cada que tenían oportunidad.
—Esto es tu culpa —acusó apuntando al mayor, quién solo se encogió de hombros. Realmente ese chico le sacaba de quicio.
—No sé a qué se refiere, príncipe Zuko.
El susodicho lo ignoro y siguió su camino, pero algo lo hizo detenerse. Llamando la atención de Iroh y Zhang que venía de regreso hacia ellos.
—¿Qué pasa?
—El barco de Zhao —apuntó la costa mientras su amigo le tendía un par de alimentos al hombre mayor a su lado—. No está.
—¿Habrá pasado algo?
—Lo dudo.
—Buscaré información, esperen preparados para zapar en cualquier momento —anunció Zhang haciendo una reverencia en dirección a su amigo antes de alejarse.
Zuko se limitó a asentir, con su ceño más fruncido de lo normal.
—Algo de esto no me gusta.
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𝗪𝗔𝗥 𝗢𝗙 𝗛𝗘𝗔𝗥𝗧𝗦, zuko
Fanfiction، ✶ ٫ 𝗪𝗔𝗥 𝗢𝗙 𝗛𝗘𝗔𝗥𝗧𝗦 ⸺ㅤavatar: the last airbender fanfiction ﹙火﹚ㅤִㅤ۫ una búsqueda para hallar al avatar parecía interminable, pero ese tiempo fue suficiente para que sus corazones comenzarán una...