Fuiste ausencia en los momentos que dolían,
cuando el eco de la soledad me envolvía.
Crecí entre manos ajenas,
pero el vacío era mío,
sin voces cercanas, sin calor amigo.Fuiste un murmullo en mi infancia,
una sombra que cruzaba los días
sin detenerse en la puerta.
Me crecieron los años en los brazos de abuelas,
pero mi alma, sola,
se retorcía buscando el calor
de un abrazo que no llegaba.No entendía entonces
por qué te marchabas con el alba,
por qué tu amor se esfumaba
entre cuentas pagadas y techos seguros,
como si el material pudiera llenar
el hueco que dejabas en el aire.Te culpé,
porque era más fácil odiarte
que aceptar el vacío.
Te culpé por las noches silenciosas,
por las risas que nunca supe compartir,
por los monstruos que aprendí a espantar
sin tu mano entre las mías.Hoy sé que también sufrías,
que en cada paso que dabas lejos de mí
me llevabas en tu pecho,
pero, mamá,
¿cómo explicarte el frío
de haber crecido sin tu calor?Eras la distancia hecha piel,
y aunque no me faltó el pan,
me faltó el abrazo.
Ahora, entre palabras,
te busco, te encuentro,
y quizás, un día,
pueda perdonar lo que aún no entiendo.Aún queda en mí esa herida
de una infancia sin tu risa,
de días largos y vacíos
donde no bastaba lo material
si faltaba tu alma, mamá.
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Eterna melancolía
PoetryEterna melancolía En este poemario, se desnudan las emociones de una joven que, a los 19 años, siente el peso del tiempo desvanecerse entre sus dedos. La incertidumbre de no saber qué hacer con su vida la sumerge en una constante nostalgia por lo no...