primeros pasos

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Capítulo 1: Primeros Pasos

En una ciudad llena de gozo, donde las personas reían y jugaban, charlaban en las esquinas y se enamoraban bajo las luces de la noche, un hombre caminaba, observando todo con ojos de asombro. Sus pasos eran lentos. Parecía un niño descubriendo el mundo por primera vez, un extraño en un lugar que, a pesar de su constante ruido, le resultaba fascinante. Pero su alegria fue interrumpida por un grito no parecia feliz como los demas asi que se acerco.

"¿Hola?"

El eco de su saludo -"¿Hola?"- rebotó en las paredes del callejón, y por un momento, tanto un hombre debil y algo asustado como otro alto y musculoso se quedaron en silencio, girando la vista hacia él. La tensión en el aire era palpable; algo en el rostro del hombre grande se endureció, y sus manos, que hasta entonces estaban vacías, comenzaron a cerrarse en puños amenazantes.

El hombre asustado, con los ojos muy abiertos y una mano temblorosa alzada, intentó hacer un gesto desesperado para advertirle que se alejara. Pero El chico, sin captar del todo la gravedad de la situación, dio un paso más hacia ellos.

-Esto no te incumbe, chico. -gruñó el hombre musculoso,sacando de su cinturon lo que parecia una pistola mientras daba un paso hacia él-. Mejor sigue caminando si sabes lo que te conviene.

La advertencia sonaba clara y dura, pero la curiosidad del chico superaba cualquier instinto de alejarse. Observó al hombre más pequeño, que ahora parecía casi inmóvil, paralizado por el miedo. ¿Por qué estas emociones eran tan fuertes? ¿Por qué había tanta tensión en un lugar que, apenas unos segundos antes, parecía lleno de alegría?

-Perdón... no quería molestar, solo escuché un grito y queria saber que era. -respondió con calma, sin mover ni un músculo su mirada era tranquila pero sabia que algo no estaba bien en ese lugar -soy armando un placer-.

El hombre grande apuntó a Armando con su pistola, etaba molesto.

—Ya me artaste maldito demente.

Al ver el arma apuntandole directamente sus ojos brillaron de un morado intenso pero antes dr hacer algo, una voz interrumpió desde la entrada del callejón.

—¡Policía! Aqui es donde habia escuchado los gritos —gritó una chica.

El hombre maldijo, guardó su arma y salio corriendo del lugar.

La chica fue hacia los chicos con alivio.

—Estan bien? Oye tu si ibas a ayudarlo lo hubieras hecho de forma prevenida por poco te matan!!

Decia con algo de molestia y alivio, El otro hombre les agradecio y se fue mientras que armando y la chica caminaron junto.

Armando dio un gran suspiro de alivio y vio sus manos temblar no por pensar que lo iban a matar si no que.... Había estado a un segundo de matar a un humano… y eso lo habia hecho sudar. En lugar de preocuparse, sonrió aliviado y miró a la chica, quien aún parecía algo molesta.

—Perdón por preocuparla —dijo Armando, con una leve inclinación de cabeza.

La chica lo miró con una mezcla de molestia y alivio, cruzando los brazos.

—Bueno, es que cualquiera pensaría que intentaste matarte—comentó, sacudiendo la cabeza—. Yo soy lucy, por cierto. Si vas a meterte en problemas así, al menos alguien debe saber tu nombre, ¿no?

Armando sonrió, encontrando algo curioso en esa mirada tan amable.

—Soy Armando. Gracias por ayudarme… creo que no pensaba en el momento.

Ella soltó una risa leve y empezó a caminar, como si quisiera que él la acompañara. A lo largo del paseo, lucy le contó sobre la ciudad, sus lugares favoritos y detalles de su vida cotidiana. Armando escuchaba atentamente, fascinado por cada palabra. Todo parecía tan... humano. Se sentía extraño, pero de algún modo reconfortante, y esa conexión lo mantenía absorto en cada momento que compartían.

Finalmente, al llegar a una esquina, ella se detuvo y lo miró con una sonrisa cálida.

—¿Mañana por la tarde aquí mismo? Quisiera mostrarte el parque. Es más tranquilo y sin… callejones peligrosos.

Dijo ella con una sonrisa.

Armando asintió con una sonrisa, pero cuando Lucy se alejó, una sensación distinta lo golpeó de lleno. Formar lazos o dejarse llevar por sentimientos era algo que el no podia hacer por nada en el mundo.

Miró hacia donde ella había desaparecido, sintiendo que aquella pequeña chispa de emoción que había brotado en su pecho no debía crecer.

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Fin.

El Guardián exiliadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora