El juicio

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Capítulo 4: El Juicio

Han pasado varios meses desde que Armando comenzó su vida secreta como Scrapmetal. En este tiempo, ha conocido a héroes y villanos, formando alianzas y enfrentándose a desafíos que nunca imaginó. Pero mientras se enfrenta a la vida como protector, su vínculo con Lucy sigue creciendo en su vida como humano el plan de ser un heroe funciono y revelo su identidad como scrapmetal su vinculo crecio, llenándolo de emociones que nunca creyó posibles. Cada momento junto a ella lo hace sentir completo hasta tuvo el valor de declararse, nada parece alejarlo de esa tranquilidad que siente a su lado.

Una mañana, sin embargo, todo cambia. Armando despierta en un lugar extraño, con el frío de el cuarzo bajo él y sombras altas que lo rodean. Mira alrededor y ve figuras imponentes, dioses con vestimentas y formas etéreas, todos observándolo en un círculo que emana poder. Desde los guardianes más humildes hasta los más antiguos y poderosos están presentes. Armando siente una sensacion de frustacion y miedo, reconociendo el propósito de esta reunión.

Entonces, una voz grave y autoritaria se eleva, resonando en la sala.

—Guardían de las Dimensiones, has sido convocado a juicio por las leyes que has violado.

Armando permanece de pie, serio y en silencio, mientras los murmullos se esparcen entre los guardianes. Al frente, una figura luminosa avanza.

—Este juicio no es solo por tu actuación en la Tierra, Guardián —prosigue la figura, con voz solemne—. Es por aquello que has decidido ignorar. Has permitido que tus emociones nublen tu juicio. Has roto las reglas, y entre ellas, la prohibición de involucrarte amorosamente con los humanos.

El Guardián de la Luz hace una pausa, su mirada seria posada en el guardian.

Armando, sin embargo, mantiene la calma. —La regla solo prohíbe el crear híbridos entre humanos y guardianes. Yo no…

—¿Estás tan seguro? —lo interrumpe el Guardián de la Luz con un tono gélido, en un susurro que resuena en la sala—. Esa mujer, la que llamas Lucy, ¡está esperando un hijo tuyo! Un engendro que rompería otra vez el sistema de los guardianes.

Armando siente como las palabras le golpean, pero se esfuerza por permanecer firme.

—No es verdad. ¡Están equivocados! —grita, aunque una sombra de duda comienza a oscurecer sus pensamientos. No puede creer que la vida que imaginaba con lucy se alla arruinado.

—No te preocupes —continúa el Guardián de la Luz, ignorando su desesperación—. Tu castigo no será la prision del vacio. Más bien, esa humana reencarnará en otro universo, lejos de ti. Y tú… tú dejarás de ser un dios. Vivirás como un humano común, limitado y mortal pero seguiras cumpliendo tu deber de guardian.

La ira comienza a llenar el cuerpo de Armando. Siente sus músculos tensarse, su respiración acelerar. Las palabras del Guardián de la Luz resuenan como un eco, desgarrándolo.

—¡No puedes hacer esto! —grita con voz furiosa—. Ella es mi esposa. Y el bebé… ¡No tienen derecho a hacer esto!

El Guardián de la Luz lo mira con desdén. —Te lo hubieras planteado antes de actuar sin pensar, Guardián. La justicia no permitirá que una simple emoción humana amenace el equilibrio multiversal.

La furia de Armando se desborda, y con un destello cegador, su cuerpo comienza a arder en una llama de calor insoportable. Sin poder contenerse más, se lanza contra el Guardián de la Luz, su cuerpo rodeado de fuego. Su fuerza y rabia están fuera de control, impulsadas por el poder de un Guardián que ha perdido el límite de su humanidad.

—¡No dejaré que los toquen, malditos! —ruge Armando, arremetiendo una y otra vez.

El Guardián de la Luz lo esquiva con movimientos precisos, devolviéndole un golpe en el estomago que lo lanza hacia atrás. Su rostro permanece inmutable, mientras observa a Armando luchar para levantarse.

—Lo advertí —dice el Guardián de la Luz, avanzando con calma—. Ser demasiado humano siempre fue tu mayor debilidad.

Al ver acercarse a la Guardiana de la Vida hacia Lucy en la distancia, Armando intenta ponerse de pie, con el cuerpo ardiendo de dolor y frustración. Alza una mano hacia ella, pero sus fuerzas se desvanecen. La Guardiana de la Vida extiende una mano luminosa hacia Lucy la cual estaba inconsciente, y Armando siente que el mundo a su alrededor se nubla.

Susurra, apenas un eco de su propia voz:

—Lucy… te voy a proteger.
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El Guardián exiliadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora