Capítulo 7. Las pruebas

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Kael corría acompañado de sus dos inseparables amigos. Los tres habían decidido permanecer juntos la mayor parte del tiempo, convencidos de que podrían ayudarse mutuamente sin problemas. Al fin y al cabo, se conocían lo suficiente como para confiar en sus habilidades.

Avanzaban bastante rápido, esquivando con agilidad los obstáculos naturales del bosque. No seguían ningún sendero; simplemente iban a través de la espesura. Cuando finalmente encontraron un claro, decidieron hacer una pausa para descansar.

Lilí se dejó caer sobre el tronco de un árbol caído, mientras Lyon y Kael se sentaban sobre el césped. Todos trataban de recuperar el aliento.

—Deberíamos decidir en qué dirección continuar antes de seguir corriendo como locos por el bosque —comentó Lilí con sensatez, dirigiéndole una mirada seria a Kael, quien había iniciado la carrera.

Sin mapas ni señales que los guiaran, tendrían que depender por completo de las corrientes de energía. Lo mejor sería parar y evaluar la situación.

—Tienes razón— respondió Lyon—. Voy a ver si puedo notar algo.

El chico se incorporó en la hierba manteniendo una postura erguida, cruzó las piernas y cerró los ojos. Respiró hondo y trató de concentrarse en sus sentidos.

—¿Y sientes algo? —preguntó Kael, rompiendo el silencio después de apenas unos segundos.

—Si te callas y me das mínimo unos minutos, a lo mejor puedo concentrarme— respondió Lyon sin abrir los ojos, claramente molesto.

—Ya han pasado unos minutos...

—¿Por qué no lo haces tú? ¿No se supone que eres el discípulo modelo? —dijo Lyon enarcando una ceja y abriendo un ojo.

—No, no. Te lo dejo a ti, ya que te has ofrecido...

El bosque se sumió en un profundo silencio. Lyon seguía inmerso en su meditación, mientras que Lilí se había levantado y examinaba las plantas de su alrededor con la intención de identificar si alguna de ellas era comestible. Kael, por su parte, se había tumbado en la hierba, sus ojos cerrados.

—¡Lo encontré! —exclamó Lyon de repente, con gran entusiasmo.

Abrió los ojos y sonrió ampliamente. Lilí se acercaba a ellos con ganas de escuchar lo que su amigo tenía que decir. Ambos se giraron hacia Kael, quien parecía que se había quedado dormido en algún momento. ¿Acaso no había dormido la noche anterior?

—Despierta, vago— dijo Lyon, dándole un codazo que lo hizo despertar sobresaltado y dolorido.

Kael se quejó exageradamente por un par de segundos, pero ninguno de sus amigos le hizo caso alguno. Tras ello, los tres se pusieron en marcha, esta vez siguiendo las indicaciones de Lyon, quien había asumido el liderazgo del grupo tras sentir la energía espiritual que los guiaría.

La naturaleza salvaje de aquel lugar era bastante abrumadora y los tres jóvenes se mostraban alerta, conscientes de cualquier movimiento o sonido inusual. Al fin y al cabo, habían pasado años en el interior de los muros del Clan, protegidos de los peligros del exterior, y ahora se encontraban desamparados en medio de un bosque desconocido.

—¿Estás seguro de que es por aquí? — preguntó Lilí después de caminar durante un buen rato. Temía que estuvieran avanzando en círculos.

—Que sí... Lilí, confía en mi— respondió su amigo con seguridad.

De repente, unos gritos y rugidos rompieron el silencio del bosque. Alertaron a los jóvenes y todos llevaron instintivamente sus manos a las empuñaduras de sus armas. Se miraron entre ellos asustados, pero decididos. Con un gesto de asentimiento, avanzaron sigilosamente hacia el origen del ruido.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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