Charles siempre ha llevado su amor por Carlos en silencio, entre victorias y derrotas, hasta que en su última carrera juntos no puede contener más sus sentimientos. Pero una confesión bajo la presión de la pista no es suficiente para detener la torm...
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El reencuentro bajo tensión
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l circuito de Melbourne vibraba con la energía del inicio de la temporada 2025. El calor del asfalto, los rugidos de los motores y la expectativa de los fanáticos llenaban el aire. Charles caminaba por el paddock con una expresión fría, su enfoque completamente en la carrera que se avecinaba. Pero entonces, lo vio. Carlos, ahora piloto de Williams, estaba de pie al otro lado del pasillo. Sus ojos se encontraron por un segundo.
Habían pasado meses desde la última vez que estuvieron tan cerca. Ni una palabra, ni una sonrisa. Charles no pudo evitar sentir la punzada de dolor que le provocaba verlo allí, como si nada hubiera cambiado. Pero todo había cambiado. Sin más, bajó la mirada y siguió caminando. No iba a ceder, no esta vez.
Carlos lo vio pasar, sin decir nada, y su corazón se hundió. El vacío que había sentido durante las vacaciones solo se había profundizado. El rechazo de Charles lo golpeaba con una fuerza que nunca había esperado. Durante esos meses, había intentado distraerse, salir con amigos, incluso tomarse un tiempo para él mismo, pero en cada momento de soledad, los recuerdos de Charles lo invadían. Recordaba las risas, los entrenamientos, los momentos en los que Charles jugaba con sus sobrinos. Todo aquello que alguna vez había sido fácil y natural ahora le parecía inalcanzable.
Carlos había pasado horas sentado solo en su casa, reflexionando sobre lo que había sucedido. A veces se preguntaba si realmente no había sabido verlo venir, si había estado ciego ante los sentimientos de Charles. Otras veces, simplemente se sentía aterrado. ¿Cómo iba a enfrentar algo tan grande cuando ni siquiera sabía cómo lidiar con sus propias emociones?
En el circuito, sin embargo, las reflexiones se esfumaban. La adrenalina del día de carrera ocupaba su mente. Esta vez, la batalla no era solo por el primer puesto, era una lucha interna entre el pasado y el presente, entre lo que sentía y lo que quería evitar sentir. Desde la primera vuelta, el duelo entre Carlos y Charles se intensificó. Ambos luchaban ferozmente, ninguno dispuesto a ceder ni un centímetro.
Vuelta tras vuelta, sus monoplazas se acercaban, rozaban, en una danza peligrosa que amenazaba con salir de control. En la última vuelta, cuando todo parecía llegar a su clímax, ocurrió lo inevitable. En una curva cerrada, los dos coches se tocaron, y en un abrir y cerrar de ojos, ambos salieron de pista. El impacto fue brutal, levantando nubes de polvo y destrozando las esperanzas de ambos pilotos en esa carrera.
Charles salió de su monoplaza furioso, su corazón latiendo con una mezcla de adrenalina y rabia incontrolable. Sin pensarlo dos veces, corrió directo hacia la escudería Williams, donde sabía que Carlos se estaría dirigiendo. No podía pensar con claridad. Solo sentía el peso del enojo, de meses de frustración acumulada, y ahora, el hecho de que Carlos hubiera arruinado su carrera lo había desbordado.
