Las tradiciones Valyrias son antiguas y poderosas, tan diversas como significativas. Lo que la mayoría tienen en común es que serán repudiadas en Westeros sin importar la fuerza con la que se impongan. Tal como se esperaba, cuando el matrimonio entre dos hombres de la casa Targaryen fue anunciado a la gente común, hubo protestas y revueltas, incluso lores de grandes casas intentaron presionar a la corona, pero el rey no cedió y tan sólo un mes después del regreso triunfal del príncipe Aegon, la ceremonia fue llevada a cabo.
— El color de la amatistas combina con tus ojos.
Aegon miró a Daeron a través del espejo cuando este le habló, el muchacho estaba parado a su lado y vestía orgullosamente los colores de la casa Hightower. A diferencia de él, Aegon llevaba las ropas tradicionales de la familia Targaryen, con el rojo y negro como colores primarios y algunos bordados de oro que daban forma a los dragones.
— También con los tuyos. - Respondió. Entre su familia, su hermano podría bien ser el único que aún lo trataba como si nada horrible le estuviese a punto de suceder, era reconfortante aunque Daeron fuese raro.
— ¿De verdad? ¿Entonces podré usar uno igual cuando me case?
Aegon se ahorró la cara de disgusto porque ya se había rendido con él — Hablas como una doncella. — Daeron no pareció verse afectado y siguió a su hermano mayor cuando este fue a servirse una copa de vino. La única joya que el príncipe llevaba era un collar que le fue cedido por su tía Rhaenys, lo suficientemente antiguo y representativo como para cumplir con los requisitos de la boda. Llevaba además, un daga de acero Valyrio colgando de la cintura, esta fue cortesía de Daemon. Con aquel hombre no había cruzado palabra jamás, pero supuso que su suerte le hizo gracia y se la envió desde Essos. La daga tenía grabada la frase sacrificio, bastante acorde a la ocasión a su parecer.
La boda tendría lugar en la colina de Aegon, nombrada así por el conquistador y algún hecho igual de relevante que cualquiera de los que el primer rey hiciese, no lo recordaba si era honesto.
— Su alteza, ya es la hora.El aviso vino de afuera, Aegon había logrado calmar su genio y resignarse después de algunas semanas, pero la voz del guardia trajo a él toda ira y humillación que creía sepultada. Daeron sabiamente lo dejó solo. Se tomó unos cuantos minutos para recomponerse.
Afuera todo estaba dispuesto para que se llevase a cabo el matrimonio, los pocos invitados se sentaban frente al montón de ramas que muy pronto estarían ardiendo. Más allá del altar el sol comenzaba a caer, tiñendo el cielo de un rosado sangriento.Nadie lo escoltó cuando se puso en marcha. La familia de su hermana estaba en la fila de asientos más cercana al altar. Aegon miró de reojo sólo para descubrir lo que ya suponía, en los ojos de Rhaenyra cabía tal desprecio que era igualado quizá sólo por su propio padre, el rey. Sir Harwin, su esposo, estaba ausente. Por lo que recordaba del antiguo jefe de la guardia de la ciudad, es probable que se alzara en armas al oír la disposición.
Pero se había estado distrayendo con pequeñeces a propósito, si se ponía a revisar la expresión de cada uno de los presentes no había forma de pensar en lo que realmente era importante, el muchacho a pocos pasos de distancia que se sometía al mismo destino que él.
La última vez que vió a Jacaerys este tenía aproximadamente 15 años y no le había dejado ninguna impresión en particular. Sabía que de niño no causaba muchos problemas y que era un buen compañero de estudios para Aemond, sólo eso.
— Que tal, querido — Susurró cuando estuvieron a la misma altura respecto a la hoguera. Jacaerys lo miró como si fuese un enfermo de lepra pidiendo limosna. Aegon suspiró.
A sólo un mes de su regreso, Aegon no se había recuperado totalmente, pero aún así sus mejillas ganaron algo de carne y la piel un poco de color. Con el pelo ordenado y vestido de manera tradicional se veía bastante bien. Pero quién resaltaba era el otro, con sus rasgos aún arrastrando rastro de la adolescencia y el cabello oscuro ondulado era difícil no llamarle atractivo. Además, superaba al principe por varios centímetros. Aegon sintió aún más desconsuelo al ser consciente de que la verdadera pérdida en este acuerdo no era él, sino su sobrino. Sin duda debían haber numerosas doncellas lamentándose en este momento.
— Ya es hora.
La voz del rey le provocó un escalofrío. Viserys era conocido por su mano benevolente y justa, pero hacía años no veía un ápice de esa persona que tanto maravillaba a los maestres. No volteó a verlo, pocas ganas tenía de contemplar aquel semblante enfermo y resentido. En cambio tomó la daga de su cintura y ajustó la postura de cara al atardecer. Había crecido como un príncipe algo quisquilloso, temeroso del dolor y las responsabilidades, pero el tiempo en la bahía del mar negro pulió un poco su caracter.
— Ñuha āeksio, ivestretan iā kepa iā gevie hēnkirī. Lo aōha jaes ivestragī daoruni iā ūndugon.
A pesar de ser la lengua ancestral de su familia, su pronunciación fue tosca e infantil. Y aunque Aegon se sintió juzgado por la mirada fugaz de su nuevo compañero, no se avergonzó. Hizo un tajo limpio en su mano con la daga y la apretó en un puño para hacer brotar la sangre, luego entregó la hoja a Jacaerys.
— Ñuha āeksio, ivestretan iā āeksio iā gevie hēnkirī. Lo aōha rūs īlva iā ūndugon.
El valyrio de su sobrino fue más acorde a las expectativas. Juntaron sus manos, una por encima de la otra. Con la que aún tenía libre, Jacaerys colocó un paño de tela negra alrededor de ambas y comenzó a vendarlas.
— Lo gīmion hēn hen tolī rhaen hen gevie hen iā ēngos. Lo ānogar se ūndegon hēn hen fire, bār se drīvose.
Juraron al unísono. Notó que Jacaerys habló de manera lenta y pausada para que pudiera seguirle el ritmo y lo agradeció. Un poco.
— Dracarys, Sunfyre.
— Dracarys, Vermax.Ambos animales habían permanecido recostados alrededor del gentío. Se acercaron de manera silenciosa mientras la ceremonia avanzaba, como si estuviesen conscientes de lo que tendrían que hacer a continuación. El sol ya casi desaparecía por completo pero ya no era necesario porque su luz fue reemplazada por el fuego de dragón. La hoguera ardió con fuerza, iluminando las muchas expresiones de consternación. Fue una verdadera boda Targaryen.
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Historia de un matrimonio
FanficTras cuatro años desde que dejó Kingslanding, Aegon finalmente consigue regresar victorioso de la guerra. Los años lejos del reino han sido crueles con él y los hombres que lo siguieron, amarga es su sorpresa al regresar y descubrir que hubiesen pre...