Nuevos Comienzos

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Los días posteriores al picnic fueron un torbellino de emociones para Gala. Con cada mensaje que intercambiaba con Karime, su corazón se sentía más ligero y lleno de anticipación. La relación que habían comenzado a construir la llenaba de energía, como si cada conversación, cada risa compartida, la acercara más a la mujer que había conocido en aquella fiesta.

Sin embargo, Gala no podía evitar la preocupación que a veces la asaltaba. Sabía que el amor podía ser complicado y que las cosas no siempre eran tan simples. Era en esas ocasiones cuando buscaba el consejo de su hermana Crista.

Una tarde, mientras estaban sentadas en el sofá de su casa, Crista notó que Gala parecía distraída. —¿Todo bien? —preguntó, inclinándose hacia adelante con curiosidad.

—Sí, es solo que he estado pensando mucho en Karime. Me encanta pasar tiempo con ella, pero a veces siento que todo esto es demasiado rápido.

Crista sonrió, poniendo una mano en el brazo de Gala. —A veces las cosas buenas llegan rápido. Eso no significa que no sean reales. ¿Has hablado con ella sobre tus inquietudes?

—No todavía. Quiero asegurarme de que estamos en la misma página antes de abrirme más —respondió Gala, sintiendo un leve nudo en el estómago.

—La comunicación es clave. No temas expresar lo que sientes. Si realmente está interesada en ti, apreciará tu honestidad. Además, siempre puedes preguntarle cómo se siente ella respecto a ustedes —sugirió Crista, su tono lleno de apoyo.

Con el consejo de su hermana resonando en su mente, Gala decidió que debía ser valiente. Tal vez era el momento de profundizar en su relación con Karime, y no había mejor ocasión que su próxima cita.

El sábado llegó rápidamente, y Gala se preparó con entusiasmo. Karime había planeado una visita a una galería de arte local, algo que Gala sabía que emocionaría a Karime. Mientras se vestía, sus pensamientos iban y venían entre la emoción de ver a Karime y la inquietud de discutir sus sentimientos.

Al llegar a la galería, Gala vio a Karime esperándola en la entrada, luciendo espectacular con una blusa de seda que acentuaba sus curvas. Su sonrisa iluminó el lugar, y Gala sintió como su corazón latía con fuerza.

—¡Hola! —exclamó Karime, acercándose a Gala y dándole un cálido abrazo. —Estoy tan feliz de verte.

Gala sonrió, sintiendo la calidez de su abrazo. —Igualmente. Estoy emocionada por este lugar.

Mientras recorrían las salas de la galería, se sumergieron en conversaciones sobre el arte y la vida. Gala se dio cuenta de lo apasionada que era Karime cuando hablaba de las obras que le gustaban, y eso la cautivaba aún más. Cada cuadro, cada escultura, era una oportunidad para aprender más sobre la mujer que tenía frente a ella.

Después de un par de horas admirando las obras, Karime sugirió que se detuvieran en una pequeña cafetería dentro de la galería. Se sentaron en una mesa junto a una ventana, y Gala sintió que era el momento perfecto para hablar.

—Karime, hay algo de lo que he querido hablar contigo —comenzó Gala, nerviosa pero decidida.

Karime la miró con curiosidad, tomando un sorbo de su café. —Claro, ¿de qué se trata?

—Desde que nos conocimos, he sentido una conexión increíble contigo. Me encanta pasar tiempo contigo, pero a veces me asusta lo rápido que va todo.

Gala se detuvo, buscando la reacción de Karime.

Karime la miró fijamente, su expresión suave. —Gala, yo también he sentido esa conexión. La verdad es que a veces me siento un poco abrumada, pero creo que es porque nunca he sentido algo así antes. Me encanta estar contigo.

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