El sol comenzaba a caer en el horizonte mientras Senku, Yuzuriha y Taiju caminaban tranquilamente de regreso a casa desde la escuela. Taiju, siempre lleno de energía, rompió el silencio con su habitual entusiasmo.
—¡Oye, Senku! ¿Qué vamos a hacer hoy con el proyecto? —preguntó Taiju, girando su enorme cuerpo hacia su amigo científico.
Senku, con las manos en los bolsillos y una mirada calmada, respondió sin perder su paso.
—Hoy seguiremos con los cálculos de energía necesarios para la turbina de vapor. Tenemos que optimizar la presión para maximizar la eficiencia del dispositivo. No quiero dejar nada al azar cuando lo construyamos.
Antes de que pudiera agregar algo más, una voz les interrumpió desde la distancia.
—¡Senku! ¡Espera!
Los tres se dieron la vuelta para ver a una figura familiar corriendo hacia ellos, con su característico cabello trenzado. Era Miku Nakano, jadeando por el esfuerzo de alcanzarlos.
—¡Oh, Miku-chan! —dijo Yuzuriha con una sonrisa, saludándola amablemente.
—¡Hola, Miku! ¿Qué te trae por aquí? —añadió Taiju, siempre amigable.
Miku, después de recuperar un poco el aliento, clavó una mirada en Senku que sorprendió a todos, excepto a él.
—¿Por qué estoy aquí? —repitió ella, cruzándose de brazos—. ¿Acaso no me prometiste que irías conmigo a la exhibición de armaduras de samuráis este fin de semana?
Senku parpadeó, claramente sin recordar ese detalle. Mientras tanto, Taiju y Yuzuriha se miraron entre sí, sorprendidos por la acusación. ¿Senku haciendo promesas que no recordaba? Parecía improbable, pero era posible que estuviera tan absorto en sus experimentos que lo hubiera dicho sin pensarlo.
—¿Lo hice? —dijo Senku mientras se urgaba el dedo en la oreja sin prestar demasiada atención—. Me suena a que no fue una promesa formal... más bien algo que dijiste mientras estaba concentrado en algo más importante.
Miku infló los cachetes con indignación, su mirada furiosa perforaba a Senku, que aún no parecía tomar la situación en serio.
—¡Lo hiciste! ¡Dijiste que te interesaba ver cómo se aplicaban los principios de la ingeniería antigua en las armaduras japonesas! —gritó Miku, sus mejillas ahora rojas de frustración.
Senku reflexionó por un momento, como si realmente intentara recordar. Era cierto que esas exhibiciones le resultaban algo interesantes desde un punto de vista técnico, pero había estado tan inmerso en sus cálculos que probablemente no había prestado mucha atención al acuerdo.
—Bueno, supongo que lo mencioné... —murmuró, encogiéndose de hombros.
—Entonces, ¿me mentiste? —Miku bajó la mirada, ahora con una expresión triste y decepcionada. Esa reacción lo hizo detenerse por un segundo.
Senku iba a decir algo, quizás una excusa lógica o un desvío inteligente, pero antes de que pudiera abrir la boca, Taiju intervino, colocando sus manos gigantes en los hombros de su amigo, sacudiéndolo con una fuerza desmedida.
—¡Senku, si le prometiste a Miku-chan algo, tienes que cumplirlo! —dijo Taiju con lágrimas en los ojos y una expresión de nobleza absoluta—. ¡Es lo correcto! ¡No puedes fallarle a una chica que confía en ti!
Senku, que apenas lograba mantener el equilibrio bajo la presión de su enorme amigo, lo miró con una mezcla de desconcierto y fastidio.
—Taiju, no es tan sencillo. Estoy en medio de cálculos cruciales para nuestro proyecto. Necesito optimizar el rendimiento de la turbina. ¿Sabes cuántos Newtons necesitamos para compensar la resistencia del aire? —dijo Senku, volviendo a su tono técnico, completamente serio—. Las variables son demasiadas para perder el tiempo en una simple exhibición.
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Quintillizas de la Ciencia: El Plan de Senku.
FanfictionEn un accidente, Senku y sus amigos conocen a cinco hermanas aparentemente poco inteligentes. Sin embargo, Senku descubre que tienen un potencial oculto. Con su pasión por la ciencia, las ayuda a desarrollarse y descubrir su inteligencia. Juntos, ex...