2. El costo de la Evolución

0 0 0
                                    

El tiempo se volvió mi enemigo hasta el punto de hacerme perder cualquier noción de él. No solo era la incógnita de preguntarme si habían pasado horas, o días. El frío extremo me impedía dormir, sus garras se aferraban a mi piel dejando un interminable rastro de escalofríos por mi espalda.

Por fortuna, el calor abrasador que sentía dentro de mí disminuyó un poco, o quizás simplemente me había acostumbrado a él, pero el penetrante olor a oxido me revolvía el estomago, dejando mi boca seca.

En medio del silencio, percibí un estruendo metálico retumbar en las paredes de mi alrededor. Mis ojos se abrieron de par en par, buscando la fuente del ruido entre la sosegada oscuridad que me rodeaba. Cada golpe de metal contra metal martillaba mis tímpanos, y mis intentos por taparme los oídos para reducir el dolor tan solo un poco era prácticamente imperceptible.

Sin advertencia alguna, la puerta del frío contenedor en el que me encontraba se abrió parcialmente y una luz brillante se coló por la rendija de esta, obligándome a cerrar los ojos. El resplandor penetrante se deslizó por mis párpados, dejándome cegada por un instante.

Fue entonces cuando recuerdos de mis tiempos estudiando en la facultad invadieron mi mente; recuerdos de una vida mas sencilla y tranquila...

(Mi maestro de historia, un hombre joven, alrededor de los 27, gentil, alto, y todas las chicas se morían por él y hablaban a sus espaldas. Siendo sincera, a mi nunca me atrajo de esa manera. Eramos mas que nada conocidos.

A mitad de la clase, nuestro profesor comenzó a hablar de la historia de Capital, pero en esos momentos, estaba perdida en mis pensamientos por alguna razon que no recuerdo, observando desde la ventana el viento que movía a los arboles en el jardin de la universidad, aunque alcanzé a quedarme con algo de lo que explicaba:

—Siete sectores. Hace doscientos años, Nvhidar como se conocía a Capital en ese entonces, fue dividido en siete sectores.

En esos tiempos la UCG había recién llegado al poder, lo que hizo que muchos ciudadanos, principalmente los de más bajos recursos, se alzaran e-en contra de-bido...—

—Alayha, ¿puedes decirle a la clase porqué ocurrio este Levantamiento contra el gobierno?—, escuché a lo lejos, y al voltear la mirada, todos me estaban viendo. El profesor, con los brazos cruzados se acomodo los lentes y se quedo esperando a que le diera una respuesta.

—Y-yo...—, no supe que responder. Las miradas de todos me incomodaban con cada segundo qué pasaba. No lo veia, pero sentia como mi rostro se empezaba a poner rojo. Después de unos segundos, el profesor siguió con la clase, y yo me esmere en poner atención:

—Al principio, estos ciudadanos se unieron para protestar en contra del gobierno ya que se sentían excluidos, pero las marchas pacíficas pronto se convirtieron en revueltas cada vez más violentas, obligando a la UCG a responder con más violencia para sofocar los disturbios... —)

De la nada, sentí varias manos sujetándome por los brazos voviédome al presente y sacándome del invierno en el que me habían confinado. Intenté resistirme, pero mis fuerzas se habían desvanecido; con dificultad apenas si podía levantar la cabeza. Las manos que me sostenían con firmeza transmitían un calor algo reconfortante detrás del oscuro trasfondo.

Una vez fuera miré a mi costado; fue cuando vi a Vernell y a los otros en la misma situación después de una noche espeluznante. Parecían solo unos muñecos de trapo, temblando en un intento vano por aumentar su temperatura corporal.

Sus cuerpos se sacudían con violencia mientras luchaban contra el frío dominante que los había sometido. El aire escapaba de sus labios entreabiertos, formando pequeñas nubes de vapor en el aire cálido que los rodeaba.

AT DEATH  EDGE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora