Ecos en el Silencio
FrederickEl sol apenas comenzaba a filtrarse a través de los ventanales de mi oficina cuando llegué a Montgomery Enterprises, más temprano de lo habitual. Había algo en la quietud de la mañana que me ayudaba a pensar, a planificar, a mantener el control sobre todas las piezas en movimiento de mi empresa. Sin embargo, esa paz solitaria era tan fugaz como el amanecer. Tenía un sinfín de reuniones y llamadas por delante, pero antes de que el bullicio del día me atrapara, decidí dedicar unos minutos a revisar algunos informes y planes pendientes.
Me recosté en mi silla de cuero, observando la vista de la ciudad desde mi ventana. Era impresionante, como siempre. Una vista que había conseguido con esfuerzo, sacrificio y una determinación inquebrantable. Sin embargo, últimamente, el peso de todo aquello que había dejado atrás para llegar a este punto me estaba alcanzando. No podía dejar de pensar en los niños.
Mis hijos.
A menudo me preguntaba si estaba fallando con ellos como lo hice con Rebecca. La muerte de su madre había dejado una marca en todos nosotros, pero para ellos, la pérdida fue diferente. Para mí, fue una desconexión emocional con alguien a quien nunca amé de verdad. Pero para mis hijos, fue perder a la única figura que realmente había estado ahí para ellos. Y ahora, me tocaba a mí ocupar ese lugar, algo que no estaba seguro de saber hacer.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de mi teléfono. Era mi asistente, Carol.
—Señor Montgomery, sus hijos están aquí para verlo.
Mis hijos. No estaba preparado para verlos hoy, no aquí, en la oficina. Normalmente, las niñeras los mantenían ocupados, y las visitas a la oficina eran poco frecuentes. Pero en los últimos meses, había intentado, a regañadientes, acercarme un poco más a ellos. Era más fácil fingir que todo estaba bajo control en el ámbito empresarial, pero cuando se trataba de mi vida personal, no había manual que me guiara.
—Hazlos pasar —respondí, sin mucha convicción en mi voz.
Unos minutos más tarde, las puertas de mi oficina se abrieron y allí estaban los tres: William, James y la pequeña Emily. William, de diez años, tenía esa postura rígida que ya era demasiado adulta para su corta edad, con el ceño ligeramente fruncido, como si estuviera evaluando todo a su alrededor. James, el de cinco, corría un poco detrás de su hermano mayor, pero su expresión era mucho más despreocupada, siempre buscando algo nuevo que descubrir. Y Emily, en brazos de la niñera, miraba a su alrededor con esos grandes ojos curiosos que me recordaban tanto a Rebecca.
—Papá —dijo William, sin mucha emoción en su voz—. La niñera nos trajo porque tenía una reunión.
Me levanté de la silla y caminé hacia ellos, tratando de suavizar mi expresión. La relación con mis hijos era un terreno incierto. Con William, siempre había una especie de distancia, una barrera que ambos manteníamos. Con James, era diferente. Él me veía con admiración, algo que me resultaba tanto conmovedor como inquietante, porque no estaba seguro de merecerlo. Y Emily... aún era demasiado pequeña para entender lo que significaba perder a una madre o tener un padre que no sabía cómo conectar con ella.
—¿Cómo están? —pregunté, intentando sonar más accesible de lo que me sentía.
—Bien —respondió William rápidamente, con una mirada fugaz hacia su hermano y luego hacia la niñera, que permanecía en la puerta, lista para intervenir si era necesario.
James, por su parte, se soltó de la mano de William y corrió hacia mi escritorio, mirando con curiosidad los objetos que había sobre él. Me recordaba a mí mismo a su edad, siempre explorando, siempre buscando respuestas a preguntas que nadie me había hecho.

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Building dreams
Fiksi RemajaFrederick Montgomery es el dueño de las empresas más prestigiosas del mundo, un hombre de carácter implacable y presencia dominante. Arrogante, frío y calculador, siempre ha puesto los negocios por encima de todo, incluso de su familia. Viudo y padr...