Capítulo 1: La Reencarnación del Demonio y la Candidatura al Trono Demoníaco

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En una cueva húmeda y oscura. Un niño pequeño, acurrucado en una esquina, observaba las llamas chisporroteantes de la hoguera frente a él. Su mirada reflejaba una completa falta de esperanza. Si alguien le preguntara qué se siente al reencarnarse en una bestia, el niño, Ash, probablemente respondería con esa misma expresión.

Además, en este extraño mundo había una raza aún más aterradora. No tenían relaciones familiares, ni padres ni hijos. Generalmente, después de nacer, se comportaban como bestias... No, de hecho, incluso las bestias crían a sus crías, pero esta raza no lo hacía en absoluto. 


Su estructura social carecía de lazos emocionales y solo unos pocos individuos mostraban signos de cooperación y sociedad. No vivían de comer humanos, pero a menudo los mataban sin ninguna motivación aparente, como si fuera un acto inconsciente. Si un demonio adulto encontraba a uno más débil, no dudaba en aplastarlo.

Para los humanos, esta incomprensible raza era la peor y más cruel de todas: los demonios. Y la peor parte para este niño era que él mismo era uno de ellos, y lo peor de todo, un demonio sin cuernos, una rareza aún mayor dentro de su especie.


Nacer en esta raza bárbara lo hizo comprender rápidamente que la debilidad era el mayor pecado. Un solo descuido frente a un demonio mayor podría costarle la vida. Así que, con solo tres años, ya debía valerse por sí mismo. Sí, solo tres años.


"¿En qué estás pensando, Ash?", le preguntó una niña de cabello rosado, con dos pequeños cuernos en la frente, mientras se sentaba junto a él, rompiendo unas ramitas y lanzándolas al fuego. 

Al ver que él estaba perdido en sus pensamientos, frunció el ceño: "Hoy te toca cocinar, ¿no? ¡Apúrate!"

"Te lo digo en serio, Aura", suspiró Ash, usando el nombre que había adoptado para adaptarse mejor a este mundo.

 Le puso la mano en la cabeza a la niña y, en tono solemne, dijo: "Deberías llamarme hermano mayor, no solo por mi nombre".

"¿Hermano? ¿Y eso qué es?", preguntó Aura con una mirada llena de curiosidad. Ash, agotado, decidió no discutir más: "Da igual, haz la comida".


"Pero hoy te toca a ti".


"¡Ahora soy yo el más fuerte, así que tú hazlo!"


"... Está bien", dijo Aura tras un momento de silencio, levantándose para recoger los frascos en el rincón de la cueva y la mitad de un lobo que serviría de cena. No pudo evitar murmurar: "Ash es raro. Prometió cuidarme, pero sigo siendo yo la que hace todo el trabajo".


"......"


Ash, que la había escuchado claramente, prefirió ignorarla y se concentró en meditar para practicar su magia.


Sí, la magia. Gracias a los recuerdos heredados de su raza, comprendió desde su nacimiento el lenguaje, las letras e incluso cómo practicar la magia. Estos conocimientos innatos permitían a los demonios sobrevivir sin padres. Aunque la tasa de mortalidad infantil seguía siendo alta, aquellos que sobrevivían, lo hacían gracias a sus habilidades mágicas. Para los demonios, la magia era su orgullo y su razón de ser.


Y Ash no era la excepción. Aunque había pasado su corta vida cazando y sobreviviendo como un salvaje, se había fijado un objetivo: dominar la magia de la gravedad. Cuando cae la noche y todo queda en silencio, los dos se sientan juntos en la entrada de una cueva, apoyados el uno contra el otro. Frente a ellos, se extiende un vasto cielo estrellado, donde una espectacular lluvia de meteoros se despliega ante sus ojos.

Frieren: Reencarnado como un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora