poemas

Amor en el desierto

-Aveces simplemente no puedo soportar tu olor, tu forma de hablar, la forma en la que te mueves, la forma en la que te expresas ante mi, me tiene arta, las palabras que salen de tu boca siempre dejan salir los olores del alcohol barato y veneno junto con ese olor tan nauseabundo, siempre llegas tarde, azotando la puerta, como si alguien estuviera persiguiendote, desesperado por entrata, tiras algunas cosas a tu camino, tus pasos provocan caos, tu presencia provoca incomodidad, tu naturaleza miedo y tu propia voz hace que salga de un trance en el que fantaseo infantilmente con un mundo en el que todo sea mejor, solo por un rato, que te des cuenta de lo que provocas, de que tu nariz se arrugue al oler tu propio olor a vómito y nicotina, te odio, es curioso, pues antes te amaba con locura, soporte tus gritos, exigencias y abusos, pero esa luz que antes parpadea bajar con dificultad entre la penumbra hacia la que me arrastrabas se fue apagando, apagando tan lentamente como el caminar de un zorro en el desierto, sin comer ni beber, y yo, era ese zorro, sola, sin nadie, alucinando por tu culpa, y ahora, el que está en ese de cierto que tu mismo habías construido con el propósito de hacerme sufrir, eres tu, el que se encuentra dentro de el, solo, como yo antes de finalmente detener esto tan abruptamente como la parada de una locomotora... Pero no te preocupes, no sufridas tanto como yo, pues no soy digna de darte tan sufrimiento, ya que todos tus pecados serán juzgados con el mismo veneno del que me habías manchado por tanto tiempo...-