La secundaria. Aburrida, detestable, ¿ya dije que aburrida? Bueno, los días parecen interminables, llenos de clases que se arrastran como un caracol. Los profesores repiten las mismas lecciones una y otra vez, como si no supieran que ya hemos oído todo eso. Las horas de almuerzo son una mezcla de ruido y conversaciones superficiales, donde todos parecen preocuparse más por sus teléfonos que por la vida real. A veces, me pregunto si hay algo más allá de este lugar monótono.Sin embargo, lo único bueno que me mantenía ir a la secundaria, era que pasaba tiempo con mis mejores amigas; Elizabeth, Samantha y Phoebe. Quienes siempre hacían que las clases se sintieran menos aburridas y demás.
Desperté de mal humor gracias a la alarma, maldije por lo bajo y me dirigí al baño. Hice mi rutina de siempre y bajé al primer piso para desayunar, por suerte mi tía Anne estaba ahí.
—Diane, cariño, buen día.
La tía Anne era nuestra tutora legal, desde que mis padres murieron, nos ha cuidado cómo si fuéramos sus hijas — Me refiero a hijas, porque tengo una hermana mayor, Madeleine — se hizo cargo de nosotras, gracias a que era la única de nuestros tíos que no tenía muchas obligaciones con el tiempo.
—De bueno, no tiene nada.
Rodeé los ojos, mientras agarraba un plato para desayunar.
—Linda, sé que la escuela puede ser pesada, pero acuérdate que no has ido toda la semana pasada.
Y era verdad, había faltado gracias a que me dio un resfriado horrible, tuve fiebre y delirios. El mismo delirio hizo que dijera cosas sin sentido, hasta dije que me había casado con Evan Peters y eso hizo que mi tía y mi hermana se rieran de mi.
—Si, bueno, pero siempre es lo mismo y además para las vacaciones faltan cómo 3 meses.
—Pero el tiempo se va rapidísimo, ya verás que pronto ya estaremos en diciembre.
Alcé los hombros y fruncí los labios para luego empezar a desayunar. Minutos después, venía mi hermana mayor con el cabello hecho un nido y con su pijama. Reí ante su aspecto, mientras ella me daba una mirada de pocos amigos.
—Carajo, ¿y a ti que te paso?
—Me pelee contra el duende verde, ¿Qué no ves?
Seguí riendo a lo ocurrido, luego de hablar un rato con mi tía y mi hermana, fui a agarrar mis cosas para ir a la secundaria. Mi tía ya me estaba esperando en el auto para ir a dejarme al infierno. En el camino a clases, me puse mis audífonos, mientras veía los pequeños paisajes desde la ventana. A veces agarraba un cuaderno y escribía sobre cómo me sentía, pero ahora era la excepción, tenía más sueño que nunca.
—Bueno, cariño, llegamos a la secundaria. Espero te diviertas con tus amigas y disfrutes de las clases, ¿si?
—Si, tía, por supuesto que lo haré.
Sonreí y baje del carro, empecé a caminar los largos pasillos de la escuela hasta llegar a mi salón. Vi cómo dos de mis amigas ya estaban en el salón, cuando me vieron sonrieron, les devolví la sonrisa y luego suspiré, dejando mis cosas sobre la mesa de mi pupitre.
—¡Diane! ¿Todo bien?
Elizabeth, o cómo le decíamos Lizzie, era una chica de cabello castaño, de ojos verdes claros, muy graciosa y agradable. La conocí en mi primer año de secundaria, nos asignaron un trabajo juntas y desde ese entonces, empezamos una linda amistad.
—Si, todo bien. Nomás ando cansada, me duele la cabeza, tengo ganas de vomitar y tengo ganas de dormir un siglo entero. ¿Y tú, todo bien?
Lizzie río, mientras asentía.