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Después del largo y agotador viaje, los llevaron a dos camionetas que nos llevarían al hotel. La emoción era palpable en el aire, ya que todos esperábamos con ansias la conferencia que Bryan nos había prometido. Durante su discurso, nos explicó que tendríamos un compañero de habitación, quien podría ser un hombre, una mujer o cualquier otra identidad, lo cual generó murmullos entre los participantes. Sin embargo, a Leilani no le preocupaba tanto ese aspecto; su mente estaba enfocada en otras cosas.

Una vez en el lugar designado, los participantes fueron dirigidos a un lado para la selección de equipos. La tensión aumentaba mientras esperábamos, y pronto se presentaron a los jueces, quienes con voz firme anunciaron los equipos correspondientes y a sus respectivos líderes. Leilani estaba llena de emoción; aunque no le importaba tanto a qué equipo pertenecer, se sentía nerviosa porque eran menos los elegidos, y aún no había sido seleccionada. A pesar de que un ligero malestar la invadía, esa sensación no lograba borrar la sonrisa de su rostro. Fue en ese momento que escuchó el nombre de su nuevo equipo: los Lobos.

—¡Ok, ya lo tenemos! Será Leilani —anunció uno de los jueces, y esas palabras resonaron como música en sus oídos.

Con una energía renovada, Leilani se acercó, sonriendo y dando saltitos de alegría hacia su nuevo equipo. Allí, le entregaron la camiseta que la identificaba como parte de los Lobos, un gesto que la llenó de orgullo y emoción. Mientras el proceso continuaba con los demás equipos, sentía una mirada fija en ella. Intrigada, decidió voltear y, para su sorpresa, encontró a Gonzok mirándola y sonriendo de una manera que la hizo sonrojar. Sin pensarlo, Leilani le mostró su camiseta, llena de orgullo y felicidad, y Gonzok, en un gesto de complicidad, hizo lo mismo, creando una escena encantadora en medio del bullicio del Summer Kamp.

Pero, ¿quién podría imaginar que después de ese momento, nada sería igual para ellos ni para el resto de los participantes? La dinámica del grupo y las amistades que se forjarían en los días siguientes marcarían un antes y un después en sus vidas.

Al final, había quedado en el equipo de los Lobos, junto a Nando, un chico con un espíritu indomable; Millos, que siempre encontraba el lado divertido de las cosas; Beth, la estrategia del grupo; Miros, la soñadora que siempre tenía una idea brillante, y el líder, Erick, cuya confianza y carisma prometían guiarles en esta aventura. Juntos, estaban a punto de embarcarse en una experiencia que cambiaría su perspectiva y fortalecería sus lazos de amistad.

 Juntos, estaban a punto de embarcarse en una experiencia que cambiaría su perspectiva y fortalecería sus lazos de amistad

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Después de todo lo que había sucedido, todos se sentían cansados, al igual que Leilani. Les asignaron una habitación, pero ella se detuvo un momento para hablar con su nuevo equipo sobre un grupo en el que podían platicar acerca de los Juegos.

Leilani se encontraba en los pasillos del hotel, murmurando su número de habitación. Para mantener a sus suscriptores informados, sacó su cámara y comenzó a explicarles lo que estaba haciendo mientras buscaba su habitación. De pronto, se quedó quieta al ver la puerta de su cuarto a unos pasos. Se dirigió a la cámara que estaba grabando y susurró: "Ya encontré mi habitación", antes de acercarse a la puerta.

Se detuvo en seco al escuchar una voz dentro de la habitación; parecía estar hablando con alguien o algo. Confundida, miró a su cámara y luego sacó sus llaves, abriendo la puerta. Al entrar, se dio cuenta de que la voz ya no se escuchaba. Todo estaba tranquilo, pero notó una cámara sobre una mesa frente a las camas. Un escalofrío recorrió su espalda.

—¡Hola! —gritó alguien detrás de ella, asustándola.

—Hijo de tu madre —respondió Leilani, adelantándose por el susto que le habían dado.

—Ay, perdón —dijo Gonzok entre risas—. Estoy grabando —señaló la cámara que estaba en la mesa.

—Sí... ya me di cuenta —suspiró Leilani, aún alterada.

Al ver la cámara que tenía Leilani, Gonzok saludó y comenzó a reír.

—¿De qué te ríes? —preguntó Leilani, todavía enojada por el susto.

—No, de nada —murmuró, intentando contener la risa.

—Te estás riendo —Leilani lo apuntó con un dedo acusador.

—Claro que no —respondió, tapándose la boca mientras una risa reprimida se escapaba de sus labios.

Leilani no estaba dispuesta a dejarlo así. Agarró la almohada de la cama más cercana y comenzó a golpearlo, haciendo que Gonzok se acurrucara en una esquina del cuarto.

—¡Ya, ya! Perdón, no me pegues más —dijo Gonzok, mientras Leilani se detenía, pero no sin antes darle otro golpe.

—La venganza vendrá, Gonzok, te lo juro —dijo Leilani con una expresión decidida.

Antes de que pudiera decir otra cosa, se percató de que ambas camas estaban desordenadas y miró a Gonzok con desconfianza.

—¿Te acostaste en mi cama? —inquirió, mientras él desviaba la mirada y negaba con la cabeza.

—Ah, entonces, ¿por qué está destendida? —Gonzok se quedó pensando en una excusa.

¿Fantasmas? —parecía más una pregunta que una respuesta.

Leilani comenzó a golpearlo nuevamente con la almohada, pero solo tres veces.

—Pegas bien feo —se quejó Gonzok mientras se levantaba de la esquina en la que estaba.

—Soy de mano dura —respondió Leilani, orgullosa.

—Sí, ya lo noté —murmuró Gonzok, y Leilani lo miró mal.

Ambos se acordaron de que estaban grabando, así que Leilani fue a apagar su cámara, pero no sin antes despedirse.

—Miren cómo me trata mi compañera de habitación, ¡me golpea! —dijo Gonzok, victimizándose mientras fingía llorar.

—¡Qué mentiroso! —gritó Leilani mientras sacaba sus pertenencias de la maleta.

—No le hagan caso, está loca —respondió Gonzok, pero en ese momento sintió algo caer sobre su cabeza, dando un grito (muy varonil). Leilani le había lanzado una almohada.

 Leilani le había lanzado una almohada

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Fin del capítulo, ¡yey!

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𝐒𝐔𝐌𝐌𝐄𝐑 𝐊𝐀𝐌𝐏/ 𝑔𝑜𝑛𝑧𝑜𝑘 𝑥 𝑓𝑒𝑚𝑜𝑐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora