MHA: ONE SHOTS SONGFICS

EL HECHIZO DEL LOBO

En un pequeño pueblo escondido en los bosques de Musutafu, la leyenda del lobo-hombre era bien conocida. Se decía que un hechicero había maldecido a un joven alfa, convirtiéndolo en un lobo-hombre que solo podía transformarse bajo la luna.

Izuku Midoriya, un pequeño omega de dieciocho años, vivía una vida tranquila, siendo el herbolario del pueblo. Le encantaba dar paseos por aquel bosque, aun conociendo la leyenda y las advertencias de sus amigos y familiares. ¡En aquel bosque crecían especies de plantas muy curiosas y quería investigarlas!

Intrigado, Izuku se adentró en la espesura. Decían que durante la luna llena las mejores plantas medicinales florecían. Guiándose por su instinto y olfato, llegó hasta una pequeña zona en la que se encontraba una planta con flores azules, con los pétalos acabados en cinco finas puntas. No la pudo ver bien porque justamente estaba cerrada. En su diario de investigación, buscó alguna que se pareciera. Solo una. Pero no tenía el nombre. Pudo notar algo que antes no: las hojas anchas y de color violáceo y blanco más o menos rizadas. Tenía que admitir que era bonita, aun estando cerrada.

Iba a seguir investigando otras plantas cuando un aullido, profundo y desgarrador, se escuchó de lo más interno del bosque. Se quedó quieto, agarrando con fuerza su linterna y el cuaderno. Sus feromonas empezaron a ponerse locas. Debía calmarse.

Inspiró y exhaló varias veces, tratando de igualar su respiración y sus latidos. Debía haber sido imaginación suya, una sugestión de los demás en su mente. Era una locura encontrar un lobo-hombre en un bosque, cerca de un pueblecito con pocos habitantes.

Cuando se recuperó del susto, siguió explorando. No habían pasado ni cinco minutos cuando el aullido, el mismo aullido, se repitió. Eso ya no era casualidad. Aquí pasaba algo e iba a averiguar qué. Siguiendo el sonido que llegaba a sus oídos, llegó a un claro hasta encontrar a un imponente lobo de ojos rojos que lo observaba con una mezcla de dolor y desesperación.

Estaba atrapado en una red, con las patas enredadas en ella. Izuku se quedó paralizado por un momento, su mente tratando de procesar la escena frente a él. El lobo, aunque claramente en apuros, no parecía peligroso.

De hecho, había algo en su mirada que le resultaba familiar, como si los ojos rojos del lobo le estuvieran diciendo algo. Sin pensarlo dos veces, Izuku se acercó con cautela, intentando no asustar más al lobo. Liberó una pequeña cantidad de feromonas, para tratar de dejarlo calmado.

—Tranquilo, te sacaré de ahí.

Su voz suave y calmada, junto a las feromonas, hizo que el lobo gruñera. No mostró signos de querer atacar, así que Izuku con cuidado, sacó una pequeña navaja con la que lo liberó. Todo el tiempo que estuvo desenredando la red, con manos temblorosas, sentía las feromonas de aquel lobo mezclándose con las suyas.

Cuando estuvo libre, el lobo se abalanzó contra él. Le gruñó. La luna llena sobre ellos, brillaba con fuerza, al igual que los ojos del lobo. Cerró los ojos. Aquellos ojos rojos lo intimidaban hasta cierto punto. Comenzó a liberar feromonas, pero esta vez de miedo.

El lobo, al darse cuenta, que lo estaba asustando, dejó de gruñir. Aquel omega lo había ayudado y esa no era manera de agradecerle. Le lamió la cara, dándole a entender que estaba agradecido y se sentó, sacudiendo su cola.

Izuku, al ver aquello, se quedó perplejo. Pensó que lo iba a atacar. Pero ahí estaba, sacudiendo la cola y con la lengua afuera, como un cachorro. Izuku,

Recuperándose del susto, respiró hondo y se arrodilló lentamente frente al lobo, tratando de calmar sus propios nervios. Observó con atención al lobo, que ahora parecía menos intimidante y más... vulnerable. Izuku extendió una mano con cautela, y el lobo la olfateó antes de lamerla de nuevo, como si intentara tranquilizarlo.