capítulo trece.

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Parpadeó unas cuantas veces hasta que sus ojos empezaron a enfocar la habitación en la que se encontraba. Enzo frunció el ceño e hizo una mueca mientras se llevaba la mano a la cara, frotandola en un intento de despertarse del todo. 

Se enderezó con algo de dificultad sobre sus brazos, dejando caer su cabeza hacia delante unos segundos para equilibrarse correctamente.

Miró el muslo de su pierna vendado y entrecerró sus ojos, ¿qué mierda pasó para que estuviera ahí? 

Fijó sus ojos en su regazo e intentó hacer memoria.

Esa mañana había estado persiguiendo a un tipo que le robó la cartera a una mujer. 

Dobló en una esquina y el hijo de puta le pegó con un caño en la pierna. 

Lo atrapó pero no daba más del dolor y lo terminaron llevando al hospital. 

Le dieron una pastilla para el dolor en la pierna y le bajó tanto sueño que se quedó dormido.

Ahí está, pasó eso. 

Suspiró pesadamente y se pasó la cara por la mano nuevamente. Esperaba que no fuera nada grave como para tener que dejar de trabajar por mucho tiempo. 

La puerta se abrió y un hombre canoso y con lentes entró a la habitación, sonriéndole tranquilamente al pelinegro en la camilla —Señor Fernández, me alegro que se haya despertado. ¿Cómo está? —preguntó cordialmente, dejando unas planillas sobre la mesa para buscar otros papeles. 

Enzo lo miró en silencio por unos segundos hasta que habló —Bien, supongo. Todavía me duele un poco —respondió con simpleza, mirando nuevamente a su muslo vendado. 

El médico asintió y luego de firmar un documento se acercó hasta él sosteniendo una planilla la cual empezó a leer —Tuvo una leve fisura, no es nada grave, pero necesita unas semanas de reposo sin ningún tipo de actividad física en ese tiempo —explicó con calma, fijando sus ojos en el morocho mientras se ajustaba los lentes sobre el puente de la nariz. 

Fernández hizo una mueca y suspiró —Voy a poder volver al trabajo después de que se me cure, ¿no? 

—Sí, sí, no se preocupe por eso. Pero le recomiendo que saque una libreta médica para al menos dos semanas mínimo —contestó y luego de darle una leve examinación a la pierna de Enzo, se retiró de la habitación. 

El oficial se recostó contra el respaldar de la camilla mientras colocaba sus manos sobre su abdomen, no tenía ni idea de qué se suponía que iba a hacer ahora que tenía la pierna inútil. 


Al cabo de unos minutos la puerta volvió a abrirse y por ella apareció una sonriente enfermera castaña —Señor Fernández, tiene una visita —comentó la mujer y se hizo a un lado para dejar pasar al hombre que estaba detrás de ella. 

Enzo sonrió al ver a Julián entrar por la puerta, llevaba puesta su camisa y el saco de su traje en la mano, seguramente había venido desde el trabajo para verlo.

Una vez que la enfermera se retiró para darles privacidad, el castaño se acercó hasta él y posó una mano sobre su hombro, inclinándose para besar sus labios —Dios santo, Lautaro me llamó para decirme que estabas en el hospital y vine lo más rápido que estuve, ¿estás bien? —habló rápidamente mientras fijaba sus ojos avellana en él, Enzo notó la preocupación en ellos y sonrió. 

—No fue nada Ju, simplemente un golpe en la pierna —contestó sin tomarle importancia, tomando la cintura de Julián entre sus manos para intentar volver a besarlo. 

Julián suspiró y colocó su mano sobre el pecho de Enzo, alejándose levemente y dejando a su novio con la trucha al aire mientras esperaba su beso —No te hagás el boludo, el doctor me dijo que tenés una leve fisura y tenés que hacer reposo por dos semanas —respondió mirándolo con algo de acusación. 

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⏰ Última actualización: Oct 27 ⏰

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papá y el señor policía | enzulian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora