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—Por supuesto, si compraba una casa en Madrid, no podía ser en otro lugar que en La Moraleja

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—Por supuesto, si compraba una casa en Madrid, no podía ser en otro lugar que en La Moraleja.

Mientras me río suavemente, Ace me lanza una mirada de confusión que siento a pesar de tener los ojos sobre la carretera. Hace apenas un minuto que hemos entrado en una de las urbanizaciones más lujosas de España y no he tardado en reconocerla, ya que muchas de mis antiguas compañeras del colegio vivían aquí. Evidentemente, Ace no sabe lo conocida que es porque nunca se ha movido por aquí, pero yo podría recorrerla entera de memoria.

En cuanto hemos aterrizado en mi ciudad natal unas horas atrás, he descubierto que nos esperaba un Audi R8 que deduzco habrá alquilado mi novio para movernos durante nuestra estancia aquí. Ace me ha arrastrado prácticamente al interior del vehículo pegando botes de pura emoción ante la perspectiva de ver la casa que le regalé por su cumpleaños. Me encanta verle tan contento y sé que, en cuanto vea la casa que he comprado, estará todavía más contento.

—¿Qué es 'La Moraleja'? ¿Significa algo o es un nombre propio normal y corriente?

—En este caso, solo es el nombre de la urbanización, porque aunque tiene un significado como palabra, no tiene nada que ver —explico, divisando en ese momento la enorme verja de la que ahora es nuestra casa. Cuando saco el mando para abrirla, miro a Ace emocionada—. Ya hemos llegado, ¿estás nervioso? Más te vale no ponerte a lloriquear porque no es una mansión que parece haberse comido a otras siete como la tuya de Los Ángeles. Yo soy más de comprar cosas normales, ricitos.

—¡Que sí, abre ya, pesada!

Entre risitas, pulso el botón y avanzo a través de la verja por un jardín de un verde casi brillante. Aparte de los altos cipreses que hay plantados a ambos lados del camino empedrado por el que entramos, no he querido que hubiese demasiadas plantas o flores en el enorme jardín. Al fin y al cabo, esta no es nuestra principal residencia y aunque algunos jardineros vendrán ocasionalmente a mantener todo en orden, no quiero que ellos pasen más tiempo en la casa que nosotros mismos.

Cuando el camino desemboca en la casa, aminoro significativamente la velocidad y sonrío al ver la expresión de alegría inmensa en el rostro de Ace, como un niño pequeño la mañana de Navidad. La mansión no es moderna como la que él tiene en Los Ángeles, sino de estilo clásico español, hecha de cálido ladrillo y tejado hecho de tejas ligeramente más oscuras. He querido mantener la esencia de mi país en la que ahora es nuestra mansión en lugar de acceder a la modernidad que ya domina medio mundo.

Epifanía {Trilogía Inefable #3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora