I want them both

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Carlos Sainz, ¡El Matador, gana el Gran Premio de México!

-¡Venga, vamos! -se escuchó la radio de Carlos, seguido de muchos gritos de felicidad y satisfacción de parte del piloto español y su equipo.

Y es que había sido un sólido fin de semana para el alfa pelinegro. Una vez más, demostraba las grandes capacidades que este tenía. Quedaban en evidencia después de su dominio en el circuito mexicano.

Los gritos de los tifosi y fanáticos del piloto español se escucharon en todo el foro, demostrando el apoyo que le tenían al mismo, lo querido y respaldado que estaba. Al bajar de su monoplaza, estos gritos aumentaron y con ello la alegría del moreno. Carlos estaba satisfecho.
Sin embargo, se extrañó cuando al pasar al costado de Charles, el omega haya pasado de él sin más. Carlos supuso que fue por el haber perdido la segunda posición que estuvo cuidando recelosamente del piloto británico, Lando.

El omega británico cabellos rizados se acercó a él para abrazarlo fuertemente, enrollando sus brazos en su cuello e impregnando levemente su aroma en él. Carlos sonrío al escuchar la alegre risa que el de ojos olivo soltaba, felicitándolo por esta victoria. Carlos lo estrechó más cerca de él, contento por tener siempre el apoyo del menor.

Charles veía la interacción mientras quitaba su casco y la balaclava de su rostro, un gruñido se queda atascado en su pecho. Carlos debía de estarlo abrazando a él, no al otro. Pero estaba molesto, por un descuido en una curva estuvo a punto de estrellarse y alguien tomó ventaja de ello, tomando su segunda posición en la carrera. Y ese alguien en este momento se encontraba entre los brazos de su Calos. ¡Maldito oportunista! Charles se acercó a dar la entrevista correspondiente y luego se retiró del lugar.

Lando fue el siguiente en dar la entrevista. Su rostro mantenía un semblante de completa felicidad luego del resultado de esa carrera, contento además, por el alfa español. Luego de terminar con las preguntas, siguió el rastro de la amarga vainilla que el omega monegasco había dejado a su paso. El camino lo llevó al cooldown room donde Charles se encontraba con el semblante molesto todavía en su rostro.

Lando tomó la gorra del segundo lugar y la toalla para secar su sudor, antes de sentarse en la silla correspondiente. El aroma agrio del monegasco estaba envolviendo el pequeño cuarto, haciéndolo un poco molesto para el omega británico. Pero había algo divertido para el menor en ello, sabía de las pequeñas diferencias que ambos tenían dentro y fuera de la pista. No dejaría pasar la oportunidad de molestar un poquito más.

-Carlos y yo siempre tenemos grandiosos uno-dos, ¿no lo crees, Charles? -menciona a la ligera, secando el sudor de su frente y sus ojos estaban puestos en la pantalla que reproducía los momentos relevantes de la carrera. Un leve gruñido del castaño lo hace sonreír.

-Mhm. Dudo que sean tan buenos como los que tenemos él y yo en la cama -Charles no se cedería fácilmente a la provocación. Sabía que Lando haría lo que fuera para sacarlo de sus casillas, y bien que este sabía como jugar sus cartas, Carlos era un tema para ambos.

Era bien sabido por toda la parrilla que el tiempo que Carlos estuvo en McLaren tuvo sus enredos con el omega británico. Como también era de conocimiento popular, que en la actualidad todavía se seguían frecuentando.

Charles, en cambio, también había disfrutado de las atenciones del español, incluso desde que este estuvo en el equipo papaya. Y por supuesto, al ser compañeros de escudería, sus encuentros eran más frecuentes.
Podría decirse que ambos omegas eran importantes en la vida de Sainz. Ambos eran su pasado y ambos eran su presente. ¿Tenía una relación seria con alguno de ellos? No. Carlos siempre ha sabido que desde que conoció las miradas esmeralda y olivo, los dueños de estas se habían convertido en su tesoro más preciado.

Prize for Carlitos | Charlando OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora