II. Nuevo inicio

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Juego con la pena, te vas a cortar.
Lo que me alentaba, lo mató ansiedad.
Si vez que me río es para no llorar.
Si vez que me piro y no llego a avisarte.
Que no me esperan haya arriba.

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El sonido de una alarma lo hizo abrir los ojos con pereza y enojo, era molesto pero se escuchaba alejado, giró en el colchón y tomó su teléfono que yacía en el piso, miró la hora y gruñó disgustado.

Las cinco de la mañana, ¿quién diablos estaría despierto a esa hora? Apenas era Lunes, las clases iniciaban a las ocho de la mañana y la escuela estaba a media hora si caminaban o cinco minutos en carro, ¿por qué alguien se levanta tan temprano?

Intentó ignorar la alarma, realmente quería descansar un poco más y sintió un enorme alivió cuando el molesto sonido se detuvo, creyendo tontamente que podría descansar, pero sus esperanzas de dormir un poco más fueron rotas por el sonido de unos pasos apresurados, alguien corriendo por el pasillo con prisa como si el tiempo fuera escaso.

Gruñó nuevamente, entendiendo que su sueño perturbado no tenía arreglo, se puso de pie y caminó hacia la puerta de su habitación para ver al responsable de interrumpir su descanso.

Abrió la puerta molesto, frunció el ceño al ver a Yasuhiro y su padre en la puerta del atlético adolecente; ambos vestían ropa deportiva, parecían estar felices lo cual hacía enfurecer aún más a Haruchiyo.

¿Quién demonios sería feliz a esa hora?

—Haru, que bueno que estas despierto— habló el adulto una vez que se percató de la presencia de su hijo, una sonrisa burlona se formó en su molesto rostro y relamió sus labios para hablar —Ayer estuve hablando con Yasuhiro y, adivina, ¡Le gusta el boxeo! ¿No es genial? Iremos a practicar juntos, hay un gimnasio a unas calles y abren temprano, ¿quieres venir?

Haruchiyo parpadeo unas cuantas veces, intentando procesar todo lo que su padre había dicho de golpe.

—Son las cinco de la mañana— se quejó, mirando a su padre de mala forma —Las jodidas cinco de la mañana, ¿por qué mierda quisiera levantarme a las cinco de la mañana para ir a un lugar lleno de gente sudada?

Takeomi soltó una risita divertida y asintió, acercándose a su hijo para revolver sus largos cabellos.

—Claro, claro, lo siento…se me olvida que no eres madrugador— se disculpó, aún manteniendo esa sonrisa molesta en sus labios —Hay pizza de ayer, come algo, volveremos en dos horas— concluyó acariciando nuevamente el cabello de su hijo para luego bajar por las escaleras, seguido por Yasuhiro.

Haruchiyo sólo bufo molesto, el daño ya estaba hecho y no había forma de que pudiese volver a dormir, entró nuevamente a su habitación y apagó el aire acondicionado, miró el colchón en el piso y suspiró.

Su habitación era más grande que la que tenía en su antigua casa, le gustaba, pero se sentía tan vacía sin las fotos de su madre o los dibujos en las paredes que habían hecho juntos, era consciente que podía rehacer los dibujos y hacer que se vieran incluso mejor, pero perderían todo el trasfondo.

Todo el cariño.

Quiso evitar esos pensamiento y decidió enfocarse en arreglar un poco su habitación, ya que dormir no era una opción viable, bajo a la sala y tomó las cajas que tenían su nombre para subirlas una por una e ir desempacando, sacando ropa y algunas decoraciones, una que otra foto, libros, libretas de dibujos y viejos cuadros que su madre había pintado hace años. Encontró las fundas de su cama, y se las colocó al colchón nuevo, poniendo las almohadas contra la pared como si fuera un sillón, desempacó ropa y la acomodó con paciencia en el enorme closet concentrándose en que todo estuviera bien doblado.

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⏰ Última actualización: Oct 28 ⏰

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