Mario despierta al día siguiente sintiéndose diferente. El silencio en la casa es ensordecedor, pero también reconfortante. Ya no hay susurros acechantes ni sombras inquietantes. Sin embargo, el eco de la última frase que escuchó todavía resuena en su mente: “El precio ya fue pagado... pero tu alma conoce el camino.”
Mientras explora la casa, una sensación de calma lo envuelve. Sin embargo, a medida que el día avanza, la ligera euforia se convierte en una inquietud creciente. Algo en su interior le dice que el ritual no fue solo un acto de liberación para las almas; también lo fue para él. Pero a medida que busca ese camino de redención, las sombras de su pasado empiezan a surgir, y los fragmentos de su vida comienzan a tomar forma.
Cuando la tarde se convierte en noche, Mario se siente atraído a un viejo espejo que cuelga en el pasillo. Al mirarse, ve no solo su reflejo, sino también imágenes borrosas de su pasado, recuerdos que emergen como sombras del espejo. A medida que observa, las imágenes se vuelven más vívidas: su esposa, sonriendo, sus hijos corriendo en el jardín. Pero de repente, esos recuerdos felices se oscurecen con imágenes de un día fatídico.
Las sombras en el espejo se distorsionan y empiezan a mostrar el momento en que todo cambió. Mario siente que su corazón se acelera mientras la memoria de la tragedia lo golpea. Él recuerda los gritos, la violencia y, sobre todo, el horror de lo que hizo. El asesinato de su mujer e hijos, un acto de rabia y desesperación que había querido olvidar, resuena en su mente como un eco aterrador.
Mientras la verdad se desata en su interior, la atmósfera se vuelve densa y opresiva. Las voces que una vez le susurraron al oído ahora se convierten en gritos ensordecedores. En un instante de claridad desgarradora, Mario se da cuenta de que no solo liberó a las almas de la casa, sino que las suyas están condenadas a vagar por la eternidad debido a su atrocidad. La culpa y el remordimiento lo inundan, y el peso de su crimen lo aplasta.
Desesperado, se arrodilla ante el espejo, suplicando perdón a las sombras de su pasado. Pero no hay respuesta; solo el reflejo de un hombre roto que ha condenado su alma a la oscuridad. Con cada lágrima que cae, siente que la maldición de sus acciones se aferra más a él, como un manto de sombras que no puede sacudirse.
De repente, un destello de locura cruza por su mente. Mientras mira su propio reflejo, algo en él cambia. La risa comienza a brotar, primero como un susurro y luego como un grito estruendoso que resuena en la habitación. Mario se levanta, su rostro distorsionado por una mezcla de desesperación y locura. Ríe como un loco, sintiendo que ha perdido toda conexión con la realidad. La risa se convierte en un eco en el espejo, repitiendo su locura en un ciclo interminable.
Mario, envuelto en la penumbra de la casa, riendo maníacamente frente al espejo, atrapado no solo en su culpa, sino también en la locura de su propia creación. Las sombras de su pasado lo abrazan, mientras su risa se transforma en un lamento, sabiendo que su alma estará condenada a vagar entre las sombras, presa de su propia mente y de sus horribles actos.
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El Susurro en la Oscuridad
ParanormalEn una tranquila localidad, Mario se muda a una antigua casa con la esperanza de comenzar de nuevo y dejar atrás su pasado. Sin embargo, pronto descubre que su nuevo hogar guarda secretos oscuros y una atmósfera inquietante. Durante las noches, comi...