El enfrentamiento alcanzaba su punto álgido. Con una furia renovada, Godzilla rugió, haciendo temblar las montañas y el mar. El héroe cretense, exhausto pero determinado, intentó lanzar un último golpe contra la criatura, pero ya sus fuerzas empezaban a flaquear. Su respiración era errática, su cuerpo temblaba y la lanza en su mano parecía más pesada con cada segundo que pasaba.
Godzilla, como si percibiera la debilidad en el semidiós, dio un paso adelante. Su único ojo aún brillaba con una furia salvaje, y su mandíbula se abrió en un ángulo antinatural, revelando filas de colmillos afilados. El héroe lanzó un grito de guerra, aferrando su lanza y lanzándose hacia la criatura en un acto de valentía final, con la esperanza de redimir su pueblo y su honor.
Pero la bestia fue más rápida. En un movimiento brutal y definitivo, Godzilla embistió al héroe y lo atrapó en su boca, sus colmillos se cerraron alrededor del semidiós en un instante que parecía eterno. El héroe luchó con todas sus fuerzas, golpeando, pateando y usando lo que quedaba de su poder para resistirse, pero fue en vano. Con un movimiento seco y poderoso, Godzilla mordió, y el héroe dejó escapar un último grito que resonó en los acantilados antes de ser silenciado para siempre.
El rugido de Godzilla resonó en el puerto de Amnisos, tan profundo y feroz que hizo temblar el suelo bajo los pies de la multitud aterrorizada. Ante ellos, la imponente criatura devoraba al héroe cretense, el bastardo de Zeus, cuya arrogancia había sellado su destino. Un instante de silencio absoluto cubrió el puerto, seguido por un alarido de horror cuando la multitud comprendió que el valiente hijo de Zeus ya no estaba. La sangre del semidiós manchaba las fauces de la bestia.
A la distancia, Ápate esbozó una sonrisa de satisfacción, pero entonces, algo inesperado sucedió.
Un extraño brillo comenzó a emanar de Godzilla. Su cuerpo, ya enorme, comenzó a crecer aún más, y sus músculos se hinchaban con una fuerza descomunal. La piel de Godzilla, antes grisácea y rugosa, adquirió un tono más oscuro y denso, un brillo iridiscente que parecía emanar poder. Lentamente, la criatura creció aún más, elevándose hasta superar la altura de los muros que bordeaban el puerto y las embarcaciones ancladas en la bahía. Sus músculos se abultaron, y cada una de sus escamas se tornó tan dura como la roca más antigua. La gente observaba en pánico cómo la bestia mutaba ante sus ojos, transformándose en algo más temible, como si la esencia divina del héroe que acababa de consumir hubiera desatado una nueva fase de su poder, un cambio que hacía a Godzilla más grande y fuerte con cada segundo que pasaba.
Ápate, observando desde la penumbra de un callejón, sintió un destello de interés, una chispa de ambición que no había experimentado en siglos. Lo que había empezado como un plan de venganza contra Zeus y sus descendientes había cobrado nuevas dimensiones. Godzilla no solo se había fortalecido al devorar al hijo de Zeus, sino que estaba evolucionando de una forma que le permitía absorber el poder divino que yacía en la sangre de su víctima. Era la oportunidad que Ápate había estado esperando, la herramienta que necesitaba para llevar su vendetta más allá de lo que hubiera imaginado. Si Godzilla había absorbido esa fuerza al consumir a un simple semidiós, ¿qué sucedería si se alimentaba de los dioses mismos?
El Olimpo, aquel bastión de poder al que había jurado hacer caer, podría desmoronarse si lograba guiar a esta bestia en una cruzada contra los inmortales. Pero sabía que su nuevo aliado aún no estaba listo para enfrentarse directamente con los dioses; necesitaría tiempo, un plan bien diseñado, y una astucia calculada para fortalecerlo.
Mientras la multitud huía y los soldados restantes apenas podían ponerse de pie, Ápate avanzó con cautela hacia la criatura, sus ojos brillando con la certeza de que el destino le había dado una herramienta perfecta para su venganza. Alzó una mano y, con un susurro casi inaudible, proyectó una conexión entre su magia y la mente de Godzilla, calmando su furia lo suficiente para poder comunicarse con la bestia.
La enorme bestia, que había estado rugiendo y desafiando a los soldados y guerreros de Amnisos, se detuvo de repente. Giró su ojo, ahora teñido de un tono rojo oscuro, hacia Ápate, mirándola con una mezcla de desconfianza e interés. La diosa sabía que había algo más en esta criatura que una mera fuerza salvaje; había en su mirada un brillo de inteligencia primitiva, un rastro de voluntad, y Ápate supo que podía trabajar con ello.
—Te he dado el poder para liberarte y el ímpetu para devastar todo a tu paso, pero esto solo es el comienzo —dijo Ápate, su voz goteando astucia—. Hay una fuente de fuerza aún mayor esperándote en el Olimpo. Si deseas más poder, te ayudaré a obtenerlo, siempre y cuando aceptes mis términos.
Godzilla, cuya mente salvaje había sido parcialmente atenuada por la magia de Ápate, emitió un rugido que ella interpretó como una señal de acuerdo. Ápate alzó las manos, intensificando el vínculo entre ambos y extendiéndole una oferta definitiva.
—Prometo ofrecerte ofrendas y la adoración de aquellos que temen tu poder. Volverás a ser honrado como en tu isla natal, pero, a cambio, cuando llegue el momento, lucharás para mí. Cuando te llame, responderás con la misma furia que demostraste hoy, ¿aceptas?
Entonces, la bestia emitió un rugido bajo en señal de aceptación, y un silencio profundo cayó sobre el puerto. Con un movimiento de su mano, Ápate hizo que una esfera de luz oscura emanara de sus dedos, envolviendo a Godzilla en una nube de energía. La magia selló su pacto, otorgándole a la criatura una apariencia más discreta. Godzilla, que minutos antes se alzaba sobre las murallas del puerto, comenzó a encogerse hasta alcanzar el tamaño de un gran lagarto, lo suficientemente pequeño como para acompañar a Ápate sin llamar la atención. La transformación dejó a la criatura algo aturdida, pero Ápate le dedicó una sonrisa fría y satisfecha, una promesa de lo que estaba por venir.
Guiando a la bestia bajo su nuevo tamaño y forma, Ápate se dirigió a su santuario en la colina, un lugar oscuro y apartado donde los símbolos de traición y poder se entrelazaban en relieves y estatuas que hablaban de su dominio sobre el engaño. Una vez allí, Ápate colocó a la criatura en un estanque artificial dentro del templo, un lugar que serviría como su refugio y donde podría regenerar sus fuerzas mientras aguardaba la próxima etapa de su misión.
El santuario de Ápate estaba lleno de inscripciones y esculturas que representaban escenas de traiciones y castigos, un recordatorio eterno de su propósito. La diosa, recostada en su lecho de piedra, observaba el techo del templo donde antiguos relieves mostraban escenas de intrigas y conflictos que ella misma había inspirado. Allí, en ese espacio de sombras y susurros, Ápate dejaba que su mente maquinara las siguientes fases de su plan. Con cada segundo que pasaba, veía más claramente el alcance de su venganza.
La bestia en el estanque parecía adormecida, pero en sus ojos brillaba una chispa de comprensión. Sabía que su oportunidad de liberarse y desatar su poder llegaría pronto, y que, mientras estuviera bajo el dominio de Ápate, su sed de destrucción sería satisfecha. Por su parte, Ápate sabía que debía mantenerlo alimentado y venerado, no solo por estrategia sino también para garantizar la devoción de Godzilla.
Mientras reflexionaba, un pensamiento la hizo sonreír. Los dioses del Olimpo desconocían por completo la amenaza que se cernía sobre ellos. Creían que sus enemigos más temibles provenían del inframundo o de las antiguas fuerzas de los titanes. Nunca imaginarían que una criatura salvaje, de una tierra lejana y desconocida, podría ser su perdición. El plan estaba en marcha, y la caída del Olimpo era solo cuestión de tiempo.
El puerto había sido devastado, pero para Ápate, aquello solo era una prueba de la fuerza que pronto arrasaría a sus enemigos. Sonriendo con una mezcla de orgullo y expectativa, la diosa se deleitó en sus pensamientos, sabiendo que el caos estaba apenas comenzando, y que con cada paso de su plan, se acercaba más a una venganza digna de una diosa.
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Godzilla Asesino de Dioses
FanfictionCon la Caja de Pandora liberada, la diosa del engaño Ápate emerge para liberar a su madre Nyx del Tártaro y busca la ayuda de cierta bomba atómica con piernas. Sin embargo, la búsqueda de su madre puede llevar tiempo e incluso la sangre de otros pan...