ocho

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Naruto deja caer el teléfono sobre la cama con frustración cuando sabe que Hinata está (otra vez) ignorando sus mensajes descaradamente.

Vuelve a tomar el móvil dos segundos después y al darle un vistazo a la pantalla la decepción se apodera de su pecho cuando ve que no obtiene respuesta de su parte. Respira hondo y fuerte mientras teclea otro mensaje más, no le importa en lo absoluto enviarle cien mensajes o más por minuto.

Un “Hey” seguido de un “Oye” que finaliza en un “¿Hasta cuándo vas a ignorar mis mensajes?”. Y eso es todo.

Gruñe dejando caer el teléfono otra vez sobre la cama. Se levanta abruptamente desordenado sus hebras rubias con mayor frustración. ¿Qué es lo que Hinata quiere hacer con él? ¿Llevarlo al borde de la desesperación? Porque entonces lo está consiguiendo más rápido de lo que cree.

¿O es que piensa que al ignorar sus mensajes él la dejará en paz?

—No, claro que no —susurra tomando su teléfono otra vez para corroborar que Hinata no le ha contestado. La desesperación en su ser sube un nivel más.

Chasquea la lengua y toma su sudadera. Corre escaleras abajo mientras batalla con la prenda para poder ponérsela.

—¿Hijo? —Minato asoma su cabeza desde el marco de la cocina. Naruto se detiene de golpe en la entrada. ¿Su padre estaba en casa?

—¿Qué? —pregunta de manera tosca.

Minato ignora aquella manera tan suya de ser con él un noventa por ciento del tiempo.

—¿A dónde vas?

—A casa de Hinata —responde un tanto ansioso.

Minato sonríe.

—¿Ya está todo bien entre ustedes?

Naruto frunce su expresión, mostrándose bastante confundido.

—¿Qué quieres decir?

—Tenía la impresión de que algo ocurría —él se encoge de hombros al no estar del todo seguro. — Pero veo que no es así —responde ahora con un poco más de alivio.

—Sí, bueno, ya me tengo que ir.

—Dale mis saludos a Hinata.

—Claro —murmura.

—Y lleva un paraguas —le recuerda.

—¿Para qué? Su casa está ahí en frente.

Minato apunta hacia la ventana.

—El cielo se está cayendo, literalmente.

Naruto bufa.

—Sólo es un poco de lluvia —rueda sus ojos. — Ya me voy.

—Te dejaré la cena en el horno. ¿Está bien?

—Uhm, bien. Gracias —vuelve a murmurar tras un pequeño asentimiento de cabeza.

Minato le responde con una sonrisa pequeña, lo cuál es lo último que Naruto ve de su padre antes de cerrar la puerta y quedar empapado de los pies hasta la cabeza. Eleva su rostro sólo para comprobar que no eran exageraciones dichas por él y que, en efecto, parecía como si el cielo se estuviera cayendo a pedazos sobre su cabeza.

Naruto se encoge de hombros porque de todos modos ya se encuentra fuera de casa. Cruza la calle rápidamente y corre por el patio delantero de la casa de los Hyuga. Sus nudillos chocan con poco cuidado sobre la madera una y otra vez. Lo único que espera en no molestar la padre de Hinata, ya que él, con su porte de hombre serio, le da bastante miedo.

Enamorada de... [NaruHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora