Pese a que Naruto y ella tenían una amistad muy íntima, Hinata se había obligado a mantener sus sentimientos por él lejos de esa relación que con lo que menos cuenta es con amor. Sabe muy bien que Naruto no siente lo mismo por ella, y aunque en un comienzo fue bastante difícil entenderlo y sobre todo aceptarlo, con el tiempo se hizo de la idea de que al menos así tendría algo de él.
“—¿Tienes algo que hacer por la tarde?”
“—¿Cuá... Cuándo? —pregunta con los nervios a mitad de su garganta cuando siente que Naruto roza su nariz contra la piel de su cuello”.
“—Hoy”.
La voz gruesa de Naruto subiendo hasta su oído le acelera la respiración. Sus movimientos se van volviendo cada vez más torpes cuando él posa sus manos fuerzas sobre sus caderas, sus dedos presionan aquella zona.
“—Hoy... Hoy...”
“—Ajá, hoy —asiente, besándole el cuello”.
“—No... No tengo nada que hacer —murmura, terminando de secar los trastes del almuerzo”.
“—Genial... ¿Quieres venir a mi casa?”
“—¿A... A tu casa?”
“—A mi casa —repite”.
“—¿N-Necesitas algo?”
Naruto voltea a Hinata, recargando su espalda contra la mesa de la cocina. Captura sus labios en un beso rápido y lleno de necesidad. Hinata gime contra su boca cuando Naruto la toma por los muslos, sentándola sobre la mesa.
“—Te necesito a ti”.
La mirada intensa que Naruto le da a Hinata hace que por un momento pierda la respiración. Sus manos se aferran a sus hombros cuando él lleva sus labios necesitados hasta su mandíbula, cierra sus ojos y echa su cabeza hacia atrás al sentir cómo los besos húmedos bajan hasta la extensión delicada de su cuello.
“—¿Q-Qué haces? —apenas puede preguntar, al sentir cómo presiona uno de sus pechos con una mano, la otra se mantiene con fuerza presionada sobre su espalda, juntando sus cuerpos cada vez más”.
“—¿Quieres que me detenga?” —pregunta entre besos cortos, encuentra la mirada de Hinata por lo cuál los dos se observan fijamente por largos segundos. Naruto no mueve un solo dedo, y solo lo hará si es que Hinata así lo quiere”.
Con la respiración agitada, los labios húmedos y el corazón acelerado, Hinata no resista la forma en que Naruto la mira. Sus ojos azules intensos brillan de una manera que sólo había visto hace unos días, cuando se besaron por primera vez.
Las ansias crecen por su cuerpo, suben hasta su pecho y estallan cuando lo toma por el cuello para unir sus labios ahora en una batalla feroz. Naruto sube sus manos inquietas por los muslos de Hinata hasta el inicio de su camiseta. Toca la piel de su estómago, ardiendo en deseo cuando Hinata lame su labio inferior. Sus manos toman posesión de sus pechos por encima de la ropa interior, queriendo tener contacto directo.
“—¿A qué hora llega tu padre? —pregunta tras echarle un vistazo rápido al reloj colgado en la pared de la cocina”.
“—Mi padre no llega hasta después de las nueve”.
“—¿Y Hanabi?”
“—Aún debe estar en la escuela”.
Hinata le pasa la camiseta negra por encima de la cabeza, pasando sus manos por la desnudez de su pecho. Naruto le besa el mentón antes de separarse de ella por un instante.
“—¿Tenemos tiempo?”
Sabe perfectamente a lo que se refiere. Muerde su labio, deslizando sus ojos ansioso por toda la extensión de su cuerpo. Asiente sin pensarlo dos veces. Naruto la alza con un sólo brazo, Hinata lo envuelve por la cintura con sus piernas y ambos suben hasta la habitación de Hinata sin dejar de besarse.