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Jr era un niño muy travieso.
Cuando era más pequeño, siempre iba a todos lados con su madre o con su padre pero al cumplir diez años, todo cambió. Las travesuras empezaron a aumentar y el nivel de su comportamiento era incontrolable, el piloto lo dejaba, no lo regañaba, mucho menos lo castigaba.
Mientras que Liv quería ser más dura con él pero no podía, ella lo regañaba y Charles lo consentía y en algunas ocasiones era al revés.
La doctora entró a su consultorio y se quitó su bata, estaba lista para descansar unos minutos antes de ir a visitar a sus otros pacientes pero fue interrumpida por una enfermera.
—Doctora Stan.
—¿Si?
—Su esposo está en el teléfono, dice que es importante y que le urge que lo atienda.
Ella alzó su ceja un poco confundida y asintió, se quedó sola y se sentó para atender el teléfono.
—¿Charles?
—¡Amor! — exclamó —Hasta que me atiendes, llevo horas tratando de comunicarme.
—Estaba en una cirugía, se complicaron un poco las cosas y no salió a cómo esperaba — la sonrisa del chico se borró al escuchar con la voz de su mujer se cortó —Lo programé nuevamente para otra, no hay muchas esperanzas.
—Lo siento mucho mi amor, estoy seguro que todo saldrá bien porque tú eres la mejor.
Sonrió al escuchar sus palabras.
—¿Qué pasa?, ¿por qué tantas llamadas?
—Si, sobre eso — aclaró su garganta—Estoy en casa con Jr.
—Jr debe de estar en ese lugar donde tienen las víboras, Charles — miró tu reloj —Son las once de la mañana, se supone que sale hasta las tres porque iban a ese lugar.
