💒 . . . diez

123 23 0
                                    

La noche había empezado de diez, Yudai no paraba de reírse de las estupideces que soltaban sus amigos y se alegraba a montones cada vez que veía a Fuma reírse despreocupadamente también, pintaba como una buena noche para todos. Pero entonces estaba sintiéndose nostálgico de su fiesta de despedida: cuando Nicholas y Euijoo se confesaron su amor en medio de una borrachera y todos gritaron como locos por eso; cuando Younghoon lloró desconsolado —y muy borracho— por su casamiento; y cuando Jacob y Hyunjae le dieron una larga charla de cómo sería su vida después de dar el "sí" aunque ellos todavía no habían contraído matrimonio. Fue una de las mejores noches de su vida, realmente. Y se sintió muy bien de compartirlo con sus amigos.

Decidió salir a respirar un poco a las dos de la mañana, en la hora de karaoke donde el chico pelirosa —quien resultó ser cuñado de Hyunjae— subió a cantar "Al despertar" de Rayito colombiano a todo pulmón, el resto estaban riéndose y gritando para darle aliento, así que no se dieron cuenta que se iba.

La madrugada estaba un poco fresca, pero se sintió muy bien después de estar en el calor del salón que alquiló Hyunjae, había una piscina en esa terraza también y no dudaba que alguno podría terminar ahí porque sus amigos creerían que la mejor opción para bajar el alcohol sería mojarse.

Dejando ir un suspiro, Yudai se apoyó en las barandillas y miró la ciudad.

Dios, qué distinto habría sido todo si no le hubieran dejado plantado en ese altar. Lo más seguro era que no habría conocido a Fuma, ni estarían en esa despedida en ese momento. ¿Qué estaría haciendo? Fue muy doloroso siquiera pensar que tal vez estaría compartiendo copas con quien creyó su futuro compañero de vida.

— Tu amigo Younghoon acaba de llorarme en el hombro porque me voy a casar y apenas me conoció hoy, ¿es normal?

Yudai se sobresaltó, mirando rápido hacia la puerta que daba salida a la terraza. Después de visualizar a dicho novio avanzando hacia él con dos copas en su mano, sonrió.

— Sí, es muy emocional —respondió, aceptando la copa cuando Fuma se la dió.

Hubo silencio por un rato, ambos apoyados en las barandillas y mirando la ciudad que, pese a la hora que era, todavía parecía muy activa. En ese momento no se encontró incómodo y fue muy lindo para Yudai, porque de verdad necesitaba solo estar con alguien y compartir esa tranquilidad que aveces traía el silencio... con la persona indicada. Él había creído que su persona indicada era con quien iba a casarse.

— Vos... —Fuma se aclaró la garganta, pareciendo inseguro de hablar, así que Yudai lo miró—. Lo del registro civil... yo supuse que estabas casándote y se equivocaron mi nombre con el de tu pareja, pero no está acá. Digo, presentaste a los cinco como tus amigos, así que...

Cuando lo conoció, Yudai pensó que contar su casi casamiento era innecesario, pero después empezó a conocerlo más y se dió cuenta de que probablemente Fuma no iba a juzgarlo como creía. Por ende, no quiso ocultarlo, ni mentirle.

— Iba a casarme —dijo, volviendo su vista al frente. Una sonrisa carente de gracia apareció en su rostro—. Pero, al parecer, él no estaba seguro de eso, así que me dejó plantado.

— Yu... Ko...

Fuma pareció no estar seguro de cómo empezar su frase y probablemente por los nervios se olvidó que Yudai le pidió que dejaran atrás las formalidades cuando empezaron a ser amigos, así que Yudai se rió para aligerar el ambiente.

— "Yuko", me gusta ese apodo, eh —bromeó, causando una sonrisa en los labios contrarios.

— Yo creo que más que estar inseguro, fue un cobarde —entonces dijo Fuma, movió su cabeza para volver a mirarlo, encontrandose ya su mirada puesta en él—. Y un estúpido por dejar ir la oportunidad de pasar el resto de su vida con la persona más maravillosa y linda que pudo haber conocido jamás.

No pudo evitar sentir sus ojitos lagrimear, una sonrisa triste posandose en sus labios. Yudai no le reprochaba por sentirse inseguro y querer huir, simplemente le dolió que fuera capaz de haberle prometido una vida juntos para después desaparecer de la nada, dejándole plantado ahí, con el corazón en las manos.

— Vos también sos una persona muy linda, Fuma —le dijo—. Gracias.

Fuma dejó su vaso encima de la barandilla, acercándose un poco más para, con cuidado, limpiarle las lágrimas que se habían escapado de sus ojos.

— Estás muy bonito hoy como para estar llorando por un taradito —susurró. Yudai se rió, dejando que sus dedos siguieran rozando la piel de su rostro.

Su contrario era muy lindo, demasiado en realidad, y Yudai no dudaba que la persona con quien iba a casarse era muy afortada. Pensó también que era un hombre muy compañero, de otra forma no habría salido del salón para estar con él ahí.

— ¿Entramos? —preguntó después de un rato—. Bailemos algo.

— ¿Bailar? No, ni en pedo.

Yudai sonrió con sus cejas alzadas y Fuma supo que no tendría otra alternativa más que aceptar.

Volvieron a entrar con un Yudai agarrando de la muñeca a Fuma, arrastrándolo directo a la pista de baile donde se encontraban sus amigos. Habían terminado pasando de cumbia a bachata mientras ellos estaban afuera, Nicholas y Euijoo estaban bailando mientras el resto aplaudían y les daban aliento, causando risas en la pareja.

— ¡Escuchá ese temazo! —Yudai se puso delante suyo, agarrándole la otra mano para empezar a moverse al ritmo de la música.

Fuma se rió porque claramente esos no eran los mismos pasos que estaban dando los chicos un poco más allá de ellos, era obvio que el mayor no era un experto en ese baile, pero estaba poniéndole onda y eso era muy encantador.

¡Veo en tu dedo un anillo... —el alto alzó sus manos, marcando con su dedo el anillo de compromiso que Fuma tenía ahí—... y en conclusión, te casas al final de agosto y aquí estoy yo~!

Por un segundo, el resto pareció haber quedado atrás, solo quedando los dos ahí. Viéndose a los ojos, bailando, riéndose y cantando a gritos. Después de mucho tiempo, los dos dejaron esos pesos que cargaban en sus hombros, perdiéndose en un buen momento que no olvidarían jamás.

HUSBAND.     kuma miniauDonde viven las historias. Descúbrelo ahora