26. I love you, I'm sorry

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Al día de siguiente...

Un celular resonaba en toda la habitación, donde Jimin y Minjeong se encontraban completamente dormidas después de aquella fiesta.

Min fue la primera en despertar; con cuidado, retiró el brazo de su compañera para proceder a sentarse y tomar su móvil, al parecer, la llamada era de su manager.

—¿Aló?

—Winter, tienes 30 minutos para estar en la empresa.

Antes de que respondiera, la llamada ya había terminado.

Minjeong, aún confundida, rápidamente buscó ropa en el armario y se vistió. Luego se peinó, se cepilló y bajó al estacionamiento para buscar su auto.

Al cabo de 10 minutos, ya se encontraba frente a la empresa. No habían pasado ni tres segundos desde que dejó el carro cuando su manager apareció frente a ella con una expresión de preocupación.

—Entra ya, el CEO quiere hablar contigo —dijo, y la llevó del brazo hacia el ascensor.

Un ambiente tenso llenaba el elevador. Minjeong entrelazaba sus propios dedos, incapaz de disimular los nervios.

Cuando la puerta se abrió y solo cinco metros la separaban de la sala de reuniones, Min sabía que no había vuelta atrás y que las decisiones que se tomaran en ese lugar podrían lastimar su corazón.

El eco de sus pasos resonaba en el pasillo. La puerta fue abierta, y tomó asiento en aquella sala silenciosa.

Una foto de Jimin y ella besándose en la fiesta de la noche anterior fue lo que rompió la calma en el salón.

—Yo… —comenzó, pero antes de que pudiera hablar, su CEO lanzó una pregunta que fragmentó su alma y la dejó muda. ¿Cómo podían ser tan crueles?

—Vuelvo a repetirlo: ¿Karina o la música?

De nuevo, el silencio reinó. Winter era incapaz de responder.

—Recuerda que yo te construí este éxito, y así como subiste gracias a mí, también puedo hacerte caer. No creo que quieras decepcionar a tus padres, quienes fueron los que hicieron que yo te conociera y te pusiera en los reflectores. Yo te saqué de la bancarrota, ¿y así me lo pagarás?

Minjeong se encontraba entre la espada y la pared. La sonrisa cínica y manipuladora del jefe la aterraba, al punto de hacerla sentir que le debía su vida.

Amaba con todo su corazón a Jimin, pero si no fuera por la ayuda de aquel hombre, nunca habría logrado ayudar a sus padres y a sí misma.

Su carrera musical era todo lo que tenía en esta vida; si terminara, sus días ya no tendrían sentido.

—Elijo la música… —esas palabras dieron por terminada la reunión. Luego de eso, solo recuerda haber salido del edificio, tomado su carro e ido al bar más cercano. Para cuando ya eran las 10 de la noche, su celular marcaba 50 llamadas perdidas, y ella ya no era consciente de sus acciones.

En su estado de completa ebriedad, como pudo, tomó un taxi en dirección a su apartamento. Al llegar, le pagó al taxista y, tambaleándose, bajó del carro.

Mientras caminaba, su mirada borrosa divisó a una mujer que se dirigía hacia ella.

—Winnie, ¿qué sucedió? Te he estado llamando desde hace horas, le pregunté a todos por ti y nadie sabía nada; casi me muero, no me imagino estar sin ti.

—Debemos terminar —dijo Min, dejando escapar esas palabras cuando, en medio de su ebriedad, reconoció que la mujer era Jimin.

—¿Qué dices? Vamos, camina, estás muy borracha —respondió Jimin, con una risa nerviosa.

—Hablo en serio, hay que terminar lo que sea que haya entre nosotras —dijo Winter, decidida, dejando caer aquellas palabras de las cuales se arrepentiría toda su vida.

—¿Por qué de la nada quieres dejarme? —La confusión y tristeza se reflejaban en los ojos de Karina.

—Porque no te amo. Nunca debió haber pasado nada entre nosotras; todo esto es solo una mentira que nos inventamos para escapar de nuestras tristes realidades —esas palabras quemaban dentro de Min. No quería decirlas, pero necesitaba alejar a Karina de ella.

—¿Mentira? ¿Hablas en serio? —exclamó Jimin, con tono sarcástico—. Si esto es por la foto filtrada, podemos encontrar una solución.

—No hay ninguna solución, entiende, no es solo por la foto; simplemente no te amo, no eres más que un juguete para mí —mentiras salían sin cesar de Minjeong, mentiras que la destrozaban por dentro.

—¿Un juguete, eh? Eres tan cruel, tan egoísta. ¿Quién eres para devolverme el corazón en pedazos después de entregártelo por completo?

—¡Nadie! ¡Nunca fuimos nada y no lo seremos nunca! Simplemente, vete. —En desesperación, Winter rogaba para que su sufrimiento terminara; si seguían así, ya no sería capaz de mentirle al amor de su vida.

Gotas de lluvia empezaron a descender del cielo y se mezclaron con las lágrimas de ambas chicas, almas inocentes y presas de un mundo tan cruel que envidia a los amantes.

—¡Si tanto quieres que me vaya, lo haré! ¡Pero eso sí, nunca más quiero verte en mi vida! —Esa era la última vez en años que Winter escucharía la voz de Karina.

—¡Tenlo por seguro! —Y luego de esas palabras, Karina desapareció de la vista de Win, y solo quedó el sonido de la lluvia junto con el vacío de sus corazones.

Ꜥ꧖ I Think She Knows | winrina au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora