•°✝°•𝗣𝗮𝗿𝘁𝗲 𝗨́𝗻𝗶𝗰𝗮•°✝°•

64 13 15
                                    

Las noches habían sido difíciles últimamente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las noches habían sido difíciles últimamente.

Una inquietud constante me recorría desde hacía semanas, una sensación de algo oscuro que no me dejaba tranquila ni en los momentos de oración. Había algo en el aire que parecía susurrar a mis pensamientos, llenándome de dudas que no podía sacudir. Las sombras parecían alargarse más allá de lo habitual, y a veces, sentía que alguien me observaba, aunque siempre estaba sola.

El camino a la iglesia era familiar, y me aferraba al rosario en mi mano mientras murmuraba con devoción una oración.

—Dios mío, dame fuerza y valor… ilumina mi camino y protégeme de todo mal.

La vieja iglesia, con su techo alto y vitrales de colores apagados, siempre me había dado paz, pero esta noche era diferente. Aunque todo se veía igual; las puertas pesadas de madera, las paredes de piedra húmedas, el crujido de las tablas bajo mis pies, la atmósfera era sofocante, como si el aire mismo estuviera retenido dentro de las paredes, atrapado junto con secretos antiguos.

Respiré hondo y crucé el umbral. El silencio era absoluto, roto solo por el eco de mis pasos, resonando en el vasto espacio vacío de la nave. La luz tenue de las velas proyectaba sombras danzantes en las paredes, pero más allá de lo visible, parecía haber algo que vigilaba, acechando en cada rincón oscuro.

Me dirigí al altar y me arrodillé, con los ojos cerrados, tratando de dejar atrás los miedos y centrarme en mi oración. Los pensamientos oscuros se entrelazaban con mis palabras sagradas, pero las ignoré, buscando paz en el sonido de mi propia voz.

—Ave María, llena eres de gracia, el Señor es contigo… —repetía, dejando que cada palabra me envolviera. La oración era mi refugio, y mientras los pensamientos se ordenaban, la figura del Padre Jungkook apareció en mi mente.

Era el nuevo sacerdote de la iglesia, joven, de facciones suaves, con una voz que parecía un bálsamo. Sus sermones eran inspiradores, y aunque había llegado hace poco tiempo, todos hablaban bien de él. Desde el primer día que lo vi, sentí que podía confiar en él. Había algo en su forma de hablar, en cómo sus palabras parecían abrazarte, como si no hubiera juicio en su mirada.

—Él podría ayudarme a encontrar paz — pensé. Los pensamientos inquietantes que me perseguían tal vez eran solo parte de mi imaginación, algo que el Padre Jungkook podría disipar con un simple consejo.

Su imagen me tranquilizaba, y decidí que sería un alivio confesarme con él. Tal vez él podría ver en mis palabras algo que yo no podía comprender.

Finalmente, me levanté y caminé hacia el confesionario, esperando que estuviera allí. El pequeño recinto de madera olía a cera de velas y a incienso, y aunque era un lugar familiar, al sentarme en el banco y cerrar la puerta, una sensación de encierro se apoderó de mí. Respiré hondo y me recordé a mí misma que solo era nerviosismo. Era solo una confesión.

✝𝐄𝐋 𝐂𝐔𝐑𝐀 𝐌𝐀𝐋𝐃𝐈𝐓𝐎✝ ||🎃𝙷𝚊𝚕𝚕𝚘𝚠𝚎𝚎𝚗 𝚂𝚙𝚎𝚌𝚒𝚊𝚕🎃(#EBOxA24)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora