V Decisiones necesarias para los demás, y equivocadas para el corazón.

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Durante gran parte de mi vida avisté mis relaciones con ojos de cinismo. Tuve grandes amistades que comenzaron con simples conversaciones casuales, como también tuve amistades fugaces, que comenzaron siendo despampanantes, pero con el tiempo se esfumaron sin que me diera cuenta. Me dejé cautivar por algunos hombres en mis veinte, y sentí algo crecidamente profundo por otros en mis treinta. Puedo recordar exactamente las palabras que le mencioné al niño del cual me enamoré cuando tenía nueve años, tanto fue mi delirio por él que pensé que lo convencería de mi amor si le regalaba uno de mis dientes de leche. ¡Que iluso eres cuando eres un simple niño! Y con todo ese largo trayecto de memorias, y experiencias en diferentes tipos de relaciones, hoy debo de aceptar que nunca he tenido una relación en mi vida como la que tengo con Luke Newton.


Habían pasado dos meses desde la última vez que hablamos de nuestros sentimientos. En ese momento mi corazón era un mazo de diferentes emociones, unas solapando a las otras. No podía entender lo que sentía, no quería entender lo que sentía, o tal vez no quería aceptar lo que sentía. Lo único que transitaba por mi mente constantemente era que lo besé en ese pasillo, ¡Dios de los cielos!, besé a Luke. Y fue el mejor beso que he sentido en mis 37 años de vida. Sus labios no tocaron mi piel, tocaron la boca de mi alma. Fue como un tatuaje invisible lo que él me hizo con su lengua, y me marcó para siempre. Aún si no lo volviera a besar nunca más, ese beso vivirá conmigo el resto demi vida.


Los días largos de julio finalizaron, y luego llegó agosto con su entrada triunfal de frio y hojas marrones llenando las calles de Londres. Algunos días pasaron rápido, y otros no tanto, creo que se hicieron lento porque me la pase recordando el pasado, que sé quenunca volverá. Llené mis días con trabajo, y fue la mejor decisión que pude haber tomado. Mi cabeza se ocupó en mi carrera profesional, y me sentí genial al hacerlo: grabe una canción cuando nunca pensé que lo haría, narré un libro largo, lo cual me ayudo a mejorar mi habilidad en la lectura en voz alta, y formé parte del elenco de una película con Andrew Garfield. Mi vida estaba tomando un ritmo diferente, y me estaba acercando a personas nuevas, lo cual me estaba alejando de otras.


Ya era muy de noche, y yo aún me encontraba en el baño de mi apartamento, realizándome la rutina de cuidado de la piel. Mi rostro estaba completamente húmedo cuando escuché a lo lejos a mi móvil resonar desde mi cuarto, y aunque me pareció extraño que alguien pudiera llamarme a esa hora, salí como alma que lleva el diablo del baño en busca del aparato que chillaba con la canción "Sweet Dreams" de Beyonce, y cuando logré tener el celular en mis manos, la respiración se me paró cuando avisté el nombre Lukey en la pantalla del celular.


– ¡Luke! – grazné al celular, mojando la pantalla del teléfono con la humedad de mi rostro.


Primero hubo silencio, y luego el sonido de su respiración rápida pateaba el auricular demi móvil.


– ¡Lukey! ¿Estás bien? – le pregunté de nuevo con voz titilante.


– ¡Aquí estoy! Lo siento, es que no sabía si debía llamarte o no – dijo Luke, y soltó un resoplido parecido al que se libera cuando estas lleno de tensión.


– ¿Esta todo bien? – indagué, y me senté en la esquina de la cama.


– Estoy bien, tranquila. Solo necesitaba hablar contigo de...– me respondió él, y luego el viento pasó por el micrófono de su móvil, impidiéndome que entendiera lo dijera– porque eres Nic – continuó.

Pensando en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora