25 octubre 2024
En una cabaña perdida en la bruma,
Donde la niebla abraza la luz de la luna,
Él escribe historias en su máquina de letras,
Con un café tibio y sueños en su mesa.Ella llegó una tarde con el sol cansado,
Con palabras extrañas, su acento mezclado.
No entendían sus voces, pero sí las miradas,
Porque el amor no entiende de lenguas cruzadas.Cada tecla marcaba un nuevo inicio,
Cada sorbo un verso más en su destino,
Aunque el lenguaje era un muro entre los dos,
La atracción era clara, tan fuerte como un adiós.La máquina de escribir traduce el sentir,
Entre el café y la cabaña, empieza a latir,
Dos corazones de mundos distintos,
Que encuentran su ritmo en un verso perdido.Las palabras salían torpes, sin prisa,
Él decía "te quiero" y ella sonreía.
Con gestos y risas aprendieron despacio,
A borrar fronteras, a volar sin espacio.Las noches eran largas, las mañanas fugaces,
La cabaña se volvía testigo de fases,
El amor desconocido se tornó familiar,
Aunque sus lenguas aún no sabían hablar.Cada tecla marcaba un nuevo inicio,
Cada sorbo un verso más en su destino,
Las palabras aún eran un reto distante,
Pero el amor fluía, libre, constante.La máquina de escribir traduce el sentir,
Entre el café y la cabaña, empieza a latir,
Dos corazones de mundos distintos,
Que encuentran su ritmo en un verso perdido.Ella le escribió un poema en su idioma natal,
Él lo leyó lento, entendiendo al final:
"No importa la lengua, ni el cómo se diga,
El amor nos encontró, en esta antigua cabaña escondida."La máquina de escribir traduce el sentir,
Entre el café y la cabaña, empieza a latir,
Dos corazones de mundos distintos,
Que encuentran su ritmo en un verso perdido.Y aunque el mundo afuera aún grita confusión,
En la cabaña callada encontraron razón,
No era el idioma, ni el tiempo que pasó,
Era el amor que, en silencio, los unió.